‘Santiago Central’, un reto sin demagogias

Beatriz Castro
Autobuses urbanos

menos humos El tema del ecologismo y la política es una relación de amor de cara a la galería, esos amores eternos que duran lo que tardan en pasar las elecciones. Cuando preguntaron a los diputados del Congreso cuántos tenían un vehículo eléctrico la cifra era ridícula, y eso a pesar de que no tienen problemas de cartera, como el resto de los españolitos de a pie. La capital gallega tendrá que acelerar para poner en marcha Santiago Central, una obligación legal que se conoce hace más de un año, y que está a la vuelta de la esquina. Parece razonable que haya zonas acotadas a la que solo accedan vehículos de bajas emisiones. Pero al margen del matiz clasista que tiene la medida, porque quien mantiene su vehículo diésel con más de 15 años no suele hacerlo por amor a los coches clásicos, y del disparate de financiar la compra de eléctricos tengas el patrimonio que tengas, choca un tanto que las administraciones no vayan por delante. En el caso de Santiago, tenemos unos buses humeantes que no son el mejor ejemplo de ecologismo circulatorio. Los coches del Ayuntamiento no son, en su mayoría, de los que podrían circular por esa zona delimitada, y los nuevos multamóviles, un servicio contratado por Raxoi, parecen de la época del Nodo. Decir que queremos dar prioridad al peatón o a la bicicleta está muy bien, pero luego reformamos Concheiros y permitimos que siga siendo una autopista, y no tenemos aún un carril-bici realmente operativo que cubra la ciudad. Solo pedimos que la administración vaya por delante, sin demagogias y sin exigencias imposibles de cumplir por ella misma.

Beatriz Castro. Periodista