Alemania inundada

Sergio Otamendi

LA virulencia de los fenómenos climáticos sigue siendo un suceso difícil de predecir en todas su dimensión y por tanto en sus consecuencias. Los servicios meteorológicos dan cada vez previsiones más precisas, pero también se ven sorprendidos por la desmesura de sus efectos. El oeste de Alemania ha sido anegado por las lluvias caídas como confluencia del choque de una ola de aire cálido y húmedo procedente del Mediterráneo con otra ola de aire frío llegada desde el norte de Europa.

La consecuencia ha sido unas precipitaciones desconocidas desde que hay registros y unas inundaciones que se han llevado por delante la vida de más de un centenar de personas y han dejado más de un millar de desaparecidos en los estados de Renania del Norte-Westfalia, el lander más poblado de Alemania, y Renania Palatinado. Las inundaciones se han producido también en las proximidades de la ciudad belga de Lieja, donde han causado más de una decena de fallecidos.

Las regiones donde se han producido las inundaciones han padecido en otras ocasiones el mismo problema pero nunca con las dimensiones de la actual catástrofe. Las infraestructuras para hacer frente a las situaciones cotidianas parecen ser las adecuadas, pero se han visto desbordadas.

Los servicios de rescate alemanes han encontrado cuerpos de personas ahogadas en los sótanos de sus domicilios y el de otras que se subieron a los tejados de sus casas a la espera del auxilio que no llegó y que fueron arrastrados por la fuerza de las aguas. Dos miembros de esos servicios de rescate murieron por esa causa. Las personas que tuvieron que ser desalojadas se cuentan también por millares en Alemania, Bélgica y Países Bajos.

La canciller alemana, Angela Merkel, de visita oficial a Estados Unidos, se enteró de la tragedia poco antes de entrevistarse con el presidente del país, Joe Biden, y se puso en contacto con los miembros de su gabinete que a la vez son dirigentes en los lander afectados.

Si ningún país puede prever la llegada de una tragedia provocada por una alteración climática de las que cada vez se producen con mayor frecuencia en distintos lugares, al menos la obligación de los gobiernos es tener bien engrasado el sistema de ayudas para la recuperación tanto de la actividad económica, de la reparación de las infraestructuras y de la atención a las personas que hayan podido perder su vivienda y sus pertenencias en una zona catastrófica.

La activación de los mecanismos de cooperación y solidaridad de la Unión Europea que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha puesto a disposición de los países afectados son también un buen recurso para demostrar su eficacia y contribuir a hacer más Europa, en momentos de crisis.