Allá vamos

Jaime Barreiro Gil

Desde hace más de un siglo, el PSOE y ERC han compartido responsabilidades políticas varias veces. Puede que, vistas desde hoy, no todas merezcan ser consideradas dignas de ser recordadas. Sin embargo, yo no puedo valorarlas con imparcialidad. Tendrán que ser quienes no hayan tenido parte nunca en ninguna de ellas, caso de querer hacerlo, los que las sometan a juicio.

A mi me bastará con decirles que, a pesar de ser dos fuerzas políticas que se dicen de izquierdas, entre una y la otra y ambas juntas, no han podido evitar que la derecha gobernase en Cataluña ininterrumpidamente durante varias décadas consecutivas. Y siendo esto lamentable, más lo sería que, como ya hicieron otras veces, distrajesen las responsabilidades de cada quien regodeándose en señalar sólo las ajenas.

Y esto quizá resulte más dificil, si cabe, para ERC, que ahora mismo encabeza en gobierno de la Generalidad en coalición con la fuerza política heredera de la derecha pujolista, a la que se la puede acusar de múltiples implicaciones en la corrupción.

Empecemos por recordar, si les parece, que su líder más principal e indiscutible, el honorable Jordi Pujol, está sometido a procesos judiciales por esa razón, en los que ha llegado a calificársele como cabeza de un clan criminal, ocupado, parece ser que con persistencia, en esos asuntos.

Una cosa sabe hacer la derecha catalana mejor que la española, que es la de lograr desprenderse pronto de sus cargas pasadas. Mientras que el PP no logra alejarse de las consecuencias de las operaciones corruptas por las que se juzga a varios de sus líderes de ayer mismo, en el debate político catalán parece que Jordi Pujol ya no existe y, desde luego, no se le echa en cara cada mañana a Junts, que quizá para eso radicalizó sobremanera su independentismo.

Pero esto no disculpa a ERC de ser consciente de con quien se juega los cuartos. Y menos en una ocasión como esta, en la que se pone en juego el patrimonio político, económico, social y cultural de Cataluña. Es ahora cuando ERC debe ser capaz de mostrarse como lo que dice que es, quizá volviendo a compartir responsabilidades con quien sabe que no arrastra tantas culpas por no haberle sido fiel a su país. Quizá recordando que ellos dicen ser algo más que independentistas.

Pedro Sánchez, indultando a algunos de sus líderes más destacados, ha hecho una apuesta fuerte. ERC se equivocaría si creyese que los riesgos implícitos son sólo para él. Y también planteando esta batalla desde trincheras compartidas con la derecha corrupta, o sus herederos, que viene a ser lo mismo.