Año de la Familia

Firmas
José Antonio Constenla

EN la fiesta de la Sagrada Familia el papa Francisco ha convocado un Año especial dedicado a la familia, que comenzará con el quinto aniversario de la publicación de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. Esta convocatoria completa la formulada en diciembre para celebrar también un Año especial dedicado a San José, Patrono de la Iglesia Universal.

Estas efemérides nos invitan a poner nuestros ojos en la Sagrada Familia, formada por José, María y Jesús, ideal del amor conyugal y familiar. Frente a lo que pudiéramos imaginar, nos encontramos con una familia pobre y llena de adversidades. María tuvo que dar a luz en un establo, y al poco tiempo toda la familia se vio obligada a huir a Egipto, experimentando el rechazo, la incomprensión y la soledad. Pero pese a todo, mantuvieron su fe en Dios.

La vida de esta familia excepcional y a su vez normal y corriente es un canto a la sencillez, compuesta de muchos días llenos de trabajo, preocupaciones, alegrías y penas compartidas, paciencia, diálogo y respeto mutuo. Días en que no se celebraba nada especial, simplemente se vivía. Pero precisamente ahí en ese día a día es donde se fraguó la santidad que hoy se nos ofrece como ejemplo permanente.

El papa nos indica que, siguiendo su ejemplo, “estamos llamados a redescubrir el valor educativo del núcleo familiar, que debe fundamentarse en el amor que siempre regenera las relaciones abriendo horizontes de esperanza”.

La familia es lo más importante en la vida de una persona e indispensable para el logro del bien de todos sus miembros. En esta es muy importante que haya confianza, sinceridad, respeto, diálogo y lo más importante, amor. El amor que precisamente es lo que constituye el centro y motivo principal de la existencia de la Familia de Belén. El amor de Dios cultivado en el corazón y el vientre de una mujer que dijo “sí” a Dios, aunque no comprendiese del todo. El amor de Dios que anidó en José, un hombre sencillo que sabe estar siempre en segundo plano.

Hoy la familia es la antítesis perfecta. Por un lado, es la institución social mejor valorada, pero por otro es zarandeada en sus cimientos básicos por chantajes que buscan acabar con ella y quebrar lo más elemental del bien común.

Este año muchas familias están sufriendo a causa del COVID-19. Han perdido a seres queridos en circunstancias dramáticas, han sufrido la enfermedad y la soledad que conlleva, o atraviesan circunstancias económicas y sociales muy difíciles, algo a lo que la Sagrada Familia tampoco es ajena, baste imaginar a la Virgen, rota de dolor acompañando a su hijo al Gólgota.

Por todo esto, más que nunca en estos tiempos, es acertado que la Iglesia nos hable de la necesidad de acoger, vivir y proclamar la verdad y la belleza de la unión familiar y nos ponga bajo la amorosísima protección de la Familia de Belén.