Barreiro en Sanxenxo

José Manuel García Iglesias

La Sala de Exposiciones Nauta de Sanxenxo muestra, hasta el próximo 5 de agosto, una cuidada selección de la última pintura de Barreiro, autor de largo recorrido; tanto es así que su carrera se inicia en los años sesenta del pasado siglo. También realiza obra gráfica, escultura y, en todo caso, una producción intensa y amplia.

No se explica su labor sin su paso, en la juventud, por un París en el que admiró las aportaciones, por ejemplo, de Matisse y de Picasso. Sus vivencias en Buenos Aires y otros lugares de América del Sur forman parte, igualmente, de una biografía rica en experiencias varias. También, por supuesto, con sus raíces gallegas en las que su cercanía a Laxeiro y a Lugrís dejaron constancia en su modo de expresarse, como también la fantasía, literaria, de Cunqueiro y Cela.

Es, en todo caso, Barreiro el creador de un universo propio que tiene su última explicación en sus serenas y apacibles vivencias diarias en una hermosa aldea de Galicia, próxima a Bueu, mirando desde las tierras de Santa María de Cela a la Ría de Pontevedra.

Esa ventana, tantas veces presente en sus cuadros, no deja de ser otra que la de su casa, esa desde la que mira el mundo y que, sin dejar de ofrecer la visión de un exterior, también, a su modo, participa de un espacio interior en el que el pintor nos permite ver su propia vivienda, en la que reina el buen gusto, con una banda musical, como fondo, que suena a guitarra, a acordeón y a gaita.

Son éstos cuadros pintados en tiempos de reclusión, de pandemia. Los vivió –y hasta gozó– en Santa María de Cela. Su manera de estar, como siempre, haciendo arte le ayudó a él –con Ámparo, siempre, a su lado– a seguir existiendo como artista, con sus colores, su alegría y su acrisolado estilo...