Biden no remonta

Firmas
José Manuel Estévez-Saá

JOE Biden no logra remontar en los preocupantes índices de popularidad que acumula. Su baja sintonía con la sociedad no sólo no se dulcifica, sino que semeja enquistarse, con el riesgo que ello supone tanto para su persona y partido en las presidenciales de 2024, como sobre todo de cara a las elecciones de mitad de mandato del 8 de noviembre de este 2022. Hablamos de unos comicios legislativos parciales en los que se renueva un tercio del Senado, y toda la Casa de Representantes. Es decir, estamos ante el peligro de una parálisis de Gobierno provocada por un poder Ejecutivo demócrata condicionado por un poder Legislativo que podría inclinarse hacia el bando republicano, bajo la sombra de un Donald Trump que, lejos de evaporarse, mantiene su influencia entre los conservadores estadounidenses.

Prueba de ello ha sido el éxito de su candidato en las primarias celebradas en Ohio; donde James David Vance, favorito de Trump, se impuso a diversos contrincantes republicanos igual de válidos. Hay quien podría pensar que este juego de balanzas constituye la esencia del equilibrio de poderes que luce la democracia estadounidense. Pero, aun así, para la actual Administración supondría un duro contratiempo, especialmente sabiendo que, pese a sus esfuerzos comunicativos, Biden todavía no ha logrado sacar adelante su gran proyecto de gasto e inversión pública, que cuenta con recelos incluso dentro de las filas demócratas, especialmente en su ala más centrista, que ha llegado a describir el plan como desproporcionado económicamente.

Tras la ausencia de Trump, Joe Biden retornó a la tradicional cena de corresponsales, periodistas especializados en La Casa Blanca, a los que piropeó, al igual que hizo con la prensa en general y con los reporteros que cubren la guerra de Ucrania en particular. También celebró un acto para rememorar y ensalzar la reforma sanitaria llevada a cabo por Barack Obama con él como vicepresidente. Pero ni el apoyo de Obama, ni el ascenso a la Corte Suprema de la primera mujer afroamericana (Ketanji Brown Jackson), ni los guiños a la prensa, parecen suficientes para corregir errores que los votantes no perdonan, como la decisión de enviar una delegación a negociar con Nicolás Maduro (ahora parece recular y retornar a la senda del cambio que lidera Juan Guaidó).

Tampoco olvidan su retirada caótica de Afganistán. E incluso su enemistad manifiesta con Putin (en 2011 dijo de él que “no tenía alma”, y el año pasado le llamó “asesino”) es considerada perjudicial para poner fin al conflicto ucraniano y terminar con la invasión rusa. Para colmo, la inflación sigue asustando a la sociedad, la economía parece estancada, y sus iniciativas migratorias anulando los decretos de Trump han generado el caos y un aumento de la inmigración ilegal en la frontera.