Calidad del aire, cambio climático y covid-19

Francisco Peña

LA contaminación atmosférica es una de las principales causas de mortalidad en el mundo (si tenemos en cuenta que 7 millones de personas fallecen al año como consecuencia de la mala calidad del aire), razón más que suficiente para tratar de reducir drásticamente las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera en las ciudades, que nos permita garantizar la calidad del aire en los espacios abiertos y recintos cerrados, para proteger la salud y la vida de las generaciones actuales y venideras.

La mala calidad del aire es un factor de riesgo para la salud de las personas que padecen procesos cardio-respiratorios agudos y/o crónicos, que a su vez tienen un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave a causa de la infección por el SARS-CoV-2. La OMS puso de manifiesto que la mala calidad del aire empeora el pronóstico de la covid-19.

Dicho esto, la contaminación atmosférica es un factor que contribuye a aumentar la carga para la salud y el sistema sanitario, algo que está en nuestras manos evitar o al menos minimizar en la mayor medida posible; como ha ocurrido durante este año y medio de pandemia, sobre todo en la etapa de confinamiento, con una reducción importante de emisiones de gases a la atmósfera en las ciudades debido a la disminución radical del tráfico rodado.

Esta pandemia nos ha dado la oportunidad de comprobar como los cambios en el uso de los medios de transporte, el teletrabajo, etc., pueden generar beneficios ambientales y para la salud; debemos aprender de ello y poner los medios para continuar con esta dinámica y que los beneficios no se produzcan solo en época de pandemia.

La covid-19 ha tenido un efecto demoledor en todo el mundo, si bien las medidas de respuesta han servido para proteger nuestra salud, y a su vez han contribuido a mejorar la calidad del aire en las ciudades. Es evidente que a través de una planificación adecuada y sostenible contra la contaminación atmosférica podemos afrontar mucho mejor la carga de salud y el desafío climático.

La covid-19 nos da la oportunidad de utilizar la recuperación social y económica para reconstruir mejor, abordando problemas prioritarios como son el cuidado del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. Mejorar la calidad del aire va a contribuir a mitigar el cambio climático, de la misma manera que los esfuerzos de mitigación del cambio climático pueden mejorar la calidad del aire.

La recuperación económica tras la crisis sanitaria tiene que servir para impulsar la sostenibilidad ambiental, avanzar hacia la salud planetaria y la igual dignidad de todos los seres humanos que habitan este planeta. Viene un tiempo nuevo, está en nuestras manos que las cosas cambien para mejor. Esperemos que así sea por el bien de la Humanidad y de las nuevas generaciones, que nos lo agradecerán.