problema Europa vive sobresaltada por la falta de microchips que ralentizan o paralizan tanto las actividades empresariales como las de la propia sociedad de forma individualizada. La pandemia del coronavirus trastocó los planes de los países volcados en su fabricación, al tiempo que el problema se agudizó por el overbooking del transporte de mercancías. Llegó la hora de afrontar el debate a fondo de esta y de otras limitaciones.
Las vacunas contra la covid-19 ya evidenciaron que por ese flanco Bruselas tenía carencias. Si de la defensa se trata, Estados Unidos emitió asimismo señales en los últimos años de que la OTAN no va a estar ahí para todo lo que plantean sus socios europeos. Con esta panorama no cabe más que apostar por más Europa impulsando, en este caso concreto, focos de producción de materias primas (microchips) que no permitan el desabastecimiento en áreas claves para la buena marcha económica. Los Fondos Next Generation de iniciativa comunitaria para afianzar planes de recuperación piostpandemia en los países duramente golpeados por el virus son una oportunidad de oro para cubrir estos flancos abiertos.
El golpe del brexit proyectó una imagen de una alianza con países en fuga que deja trastabillados sectores marcados por esa relación de dependencia mutua. En un mundo multipolar con EEUU, China o Rusia como referentes y los países emergentes en los brazos de la balanza que se puede inclinar hacia cualquier lado, Europa no puede seguir a merced de los acontecimientos. ¿Los chips no pueden ser la avanzadilla de un proceso más amplio y completo de cara a una UE independiente? sabela arias