Diego, Tadeo, Ivo, Telmo

Firmas
Mario Clavell

ESOS son los nombres de los niños que procrearon Miguel Bosé y Nacho Palau. Los engendraron hace diez años y nacieron gemelos, dos por barba, mediante vientres de alquiler. Perpetraron una caprichosa y costosa operación, aceptando de forma consciente que crecieran sin las sendas madres. Las criaturas se apellidan Bosé-Palau y crecieron juntos por un tiempo, pero aquella pareja homosexual se rompió –uno en México, otro en España– y ahora está en juicio la residencia, el bienestar, e incluso la identidad civil de los críos.

El caso genera la curiosidad y el cotilleo previsibles. Esos chiquillos son atípicos cuatrillizos, deliberadamente condenados a ser huérfanos de madre, privados de presencia femenina en su infancia y crecimiento. ¿Cubren los varones lo que la madre proporciona? Los niños son titulares del derecho a tener padre y madre; crece la reclamación para que personas adoptadas conozcan a sus padres biológicos.

¿Consentiría un niño, si se le consultara, ser privado de un padre o de una madre?, ¿le agradará saber que han pagado a una mujer para satisfacer el capricho de un varón rico?, ¿aceptará agradecido que fue considerado una mercancía?

La doctrina ética del “consen-timiento anticipado” sostiene
que al tomar una decisión con
un impacto en personas que no pueden dar su consentimiento, deberían prever razonablemen-
te lo que consentirían si estuvieran presentes.

Muchas personas a las que se ha privado de su padre biológico por haber nacido de un donante anónimo de semen dicen que no lo habrían consentido. Se describen a sí mismos como “huérfanos genéticos”, explican que “les falta una mitad”; asimismo ¿consentirían haber nacido de una madre alquilada, o de dos hombres o de dos mujeres? Diego, Tadeo, Ivo, Telmo, os han jugado una partida serrana...