Reseña Musical

“Eclesiástico Canto”, obras de J. de Vaquedano, por la Capilla de la Catedral”, con Miro Moreira

Ramón García Balado

Primera de las publicaciones el cd., promovidas por la Fundación Catedral y el Cabildo de la Catedral de Santiago, y sobre obras de José de Vaquedano, bajo el título de ”Eclesiástico Canto” en interpretación de la “Capilla de la Catedral”, dirigida por Miro Moreira. Una entrega que preparará el camino a nuevos proyectos dedicados a la polifonía y canto llano, en la segunda, una siguiente dedicada a Maestros de Capilla del XVII, para continuar con la “Misa en Honor del Apóstol Santiago”, de Juan Montes, siempre bajo la responsabilidad de Miro Moreira, a los que se añade el Coro Universitario de la “USC”, el “Orfeón Terra a Nosa” y la “RFG”, con la necesaria colaboración de la Radio Galega y la asistencia técnica de Pablo Barreiro, galardonado recientemente con el “Premio Martín Códax”, de la Música. La última grabación tuvo lugar durante el mes de octubre en el órgano de la Catedral de Segovia, gracias al organista Roberto Fresco, del que tuvimos conocimiento de sus actividades docentes en nuestra ciudad, tomando el “Libro de órgano” de Joaquín Sánchez (siglo XVIII), conservado en el archivo catedralicio del musicólogo Joam Trilho, en su propia transcripción. Un trabajo que se presentará como quinto volumen, acompañado de las partituras del órgano.

Para J.López Calo, J. de Vaquedano tiene la importancia histórica de haber sido el primer compositor español del s.XVII, cuya música fue conocida en la musicología moderna, analizada e interpretada y que por tanto, abrió el camino al conocimiento de ese siglo que, musicalmente, había quedado ignorado. Por otra parte, su música abarca todos los géneros y estilos del mejor Barroco español, desde espléndidas composiciones solísticas, en el mejor belcanto, hasta grandiosas composiciones policorales, que llegan a alcanzar 16 voces en cinco coros. Sus obras en castellano, son todas villancicos; no emplea otras formas musicales. Usa casi exclusivamente el estilo musical heredado de finales del s.XVI, con melodías preferentemente silábicas, compás ternario y ritmo dáctílico, muy frecuente en él, quizás más que en otros compositores, son las hemiolias, con ritmos sincopados. Son particularmente importantes sus villancicos al Apóstol Santiago, en los que los conceptos marciales y guerreros, que la tradición atribuía al santo, daban pie al compositor para realizar magníficos acordes verticales cantados por los diversos coros, cada uno de los cuales, estaba colocado en distintos lugares de la Catedral.

Más importantes si cabe, son sus composiciones en latín. En las misas y en los salmos se alternan de nuevo, los pasajes de acordes verticales en solos, además de otros en rico contrapunto. Entre sus salmos, destacan varios misereres para los maitines del Triduo Sacro, en que, como es tradición, despliega Vaquedano lo mejor de su inspiración, alternando más todavía que en los otros salmos, los solos y los tutti, los pasajes virtuosísticos con los policorales, los contrapuntísticos con los homorrítimicos. En los motetes, en cambio, usa casi exclusivamente el estilo contrapuntístico, en el que era un maestro consumado. Una de las formas musicales más interesantes son las Lamentaciones de Semana Santa, pues en ellas utiliza, llevándolos a sus extremos, los más variados estilos. Las hay a 12 voces en tres coros, sobre todo en las primeras de cada uno de los tres días del Triduo Santo.

Con motivo de esta publicación de la “Capilla Musical de la Catedral de Santiago”, con Miro Moreira, José Ángel Vilas Rodriguez, en unas líneas precisas, comentará que en el período que nos ocupa, segunda mitad del XVII, e inicios del XVIII, la ciudad arzobispal como lugar concreto, se trata del primer período de la Compostela barroca, una de las épocas más brillantes de la historia de la ciudad. De acuerdo con el nuevo espíritu religioso derivado de las ideas de la Contrarreforma, del Concilio de Trento, el templo y la ciudad asumen un papel teatral, escenográfico y solemne, que busca integrar la vivencia religiosa en su ritual espléndido, tanto en el fondo como en la forma. Fachadas que cubren como tapices las irregularidades arquitectónicas, grandes portadas de vocación monumental volutas, balaustradas, esculturas y todo tipo de ornamentación se nos ofrecen hoy como un pasaje tangible, plástico, pero resulta que también conservamos su paisaje sonoro, de las músicas que acompañaron la transformación de la Catedral y de la ciudad, destacando muy especialmente las obras que J. de Vaquedano dejó en el archivo de la Catedral compostelana. Música sacra, que es tanto como decir canto eclesiástico. Pero en el Barroco esta música además de sonar en la Catedral, se interpretaba también en la ciudad, en las ceremonias religiosas que transcurrían por el espacio urbano, como por ejemplo en esa forma tan arquetípica de devoción barroca que el la procesión. La música sacra forma parte de la influencia que el templo compostelano irradiaba a la ciudad.

Además al formar parte del devenir temporal de la Iglesia, la música está sujeta a cambios de gusto y de estilo; la preocupación porque fuera acorde con la dignidad y solemnidad del culto, fue prácticamente constante, esta necesidad diferenciadora de adecuación a lo sacro es comprensible dado que en el Barroco, la música profana tenía mucha presencia en la sociedad, especialmente en la música teatral desarrollada en Italia: música operística. Inevitablemente, ciertas características de la música teatral, empezaron a emplearse también en la música sacra, especialmente en las piezas religiosas no litúrgicas que se cantaban en lengua vernácula, normalmente el castellano. Las obras de Vaquedano que se escuchan en este programa pueden dividirse en dos grupos. Atendiendo al idioma del texto.

Las escritas en castellano no son parte propiamente piezas litúrgicas, ya que no forman parte oficial de los ritos. Eran más susceptibles de presentar influencias de la música profana y apartarse del lenguaje más elaborado y severo de los géneros propiamente litúrgicos con textos en latín. “Luces cariños”, es un villancico escrito para la Fiesta del Corpus. El villancico es un tipo de composición en lengua vernácula, que en la época no estaba asociado exclusivamente a la Navidad, sino también con otras grandes celebraciones del año litúrgico. Su estructura, como en este, ejemplo, suele consistir en un estribillo y una serie de coplas. Un momento muy importante de la conmemoración de esta procesión, en la que participan de forma activa o como público todos los estamentos de la ciudad. Para tal ocasión los Maestros de Capill debían componer varias obras en castellano, este ejemplo de Vaquedano, para tres voces y bajo continuo, podía ser una de esas piezas destinadas a ser interpretadas en procesión.

“O admirable sacramento”, también celebra el sacramento de la Eucaristía, junto con la Inmaculada Concepción. Aunque la pieza está escita en castellano, su estilo musical se corresponde con el que sería más habitual en una pieza en latín, debido a su textura contrapuntística y su carácter solemne. La “Misa a 4”, es la única conservada de Vaquedano para ese número de voces. Presenta la particularidad de que, además del bajo continuo, la voz del bajo es instrumental pues carece de texto. “O Crux”, es un motete a 4 voces y bajo continuo para el Domingo de Pasión. “Ave Regina”, es una de las cuatro antífonas dedicadas a la Virgen María, que tradicionalmente se cantaba en tiempo de Cuaresma.