la medalla

Firmas
Fernando Ramos

COMO es sabido, aprovechando que el emir de Qatar Tamim bin Hamad Al Thani se ha traído a una de sus tres esposas (con todas las cuales tiene diversos hijos), al tiempo que a él se le otorgaba el Collar de la Orden de Isabel la Católica, a ella, de nombre Jawaher bint Hamad Al Thani, le han otorgado nada menos que la Gran Cruz. Lo insólito es que, si el emir se trae a otra de sus tres mujeres, la que tocara habría sido igualmente beneficiada por esta distinción. La Orden de Isabel la Católica tiene por objeto premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de modo relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación española con el resto de la comunidad internacional. ¿Y qué mérito en ese sentido tiene la escogida del emir para la ocasión? No es serio. El ministro de Exteriores, Albarés, se ha apresurado a decir que el intercambio de condecoraciones es habitual en las visitas de Estado. Lo cual no es cierto ni regla alguna, porque a otros ilustres visitantes y menos a sus esposas se les ha condecorado.

Claro que el emir y su compañera de viaje han regalado a la reina Letizia unos pendientes de diamantes valorados en 100.000 euros. Pero ocurre que el elevadísimo valor de ese regalo contraviene el topo que en esos casos establece La “Normativa sobre regalos a favor de los miembros de la Familia Real”. ¿Y cómo lo solucionan? Bien sencillo, hacen lo mismo que hacía Juan Carlos con los yates que le regalaba: se transfieren al patrimonio nacional y ya está. ¿Pero quién los va a usar aparte de Letizia? Frivolidades como ésta devalúan el sentido de las condecoraciones y dejan en evidencia el valor de quienes las recibieron con debido merecimiento, pues en este caso, como decía Calderón “no adorna el vestido al pecho que el pecho adorna al vestido”. Da la sensación que ha sido un intercambio de cromos: un collar valiosísimo para Letizia y una condecoración de Estado para la esposa que el emir se trae al viaje, ya fuera ésta u otra cualquiera.