El desarme del Estado

Firmas
Fernando Ramos

LUEGO de que los españoles asistiéramos atónicos a la masa coral de diputados del PSOE votando en bloque la reforma del Código Penal y la desaparición del delito de sedición, hay que agradecer el portavoz de ERC, Rufián, que haya confirmado la evidencia de que esa reforma es el contrapago al apoyo de su partido no ya a los presupuestos, sino a la propia continuidad del doctor Sánchez en la Moncloa. Y todavía han sido definitivas las aseveraciones del ex presidente Felipe González, insistiendo en que en cualquier país de Europa la conducta de nuestros sedicentes habría merecido el mismo tipo de reproche penal y que, en todo caso, su conducta va más allá de los desórdenes públicos, al pretender salirse del Estado y vulnerar tan gravemente el orden jurídico y la Constitución. Y no es que ni lo dicho por uno y por otro sea una novedad ante lo evidente, simplemente ha sido la confirmación del sentido común. En todo caso, rubrican el cinismo de Pedro Sánchez, con el que comulga su parroquia, instalado sobre una serie de mentiras. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar este hombre? Sin duda no tiene límites. Y aparte del alcance de sus graves actos, resulta todavía más chocante que él mismo dijera antes que a quienes ahora protege porque le obligan no incurrieran en un delito de sedición, sino de rebelión, según su autorizada opinión.

Nunca se llegara tan lejos por sus efectos, como proceder a una reforma del Código Penal, que va a privar al Estado de una herramienta para su defensa, a cambio de un puntual apoyo personal. Y, además, en este caso, no sólo dejará al Estado inerme ante sus enemigos, sino que los beneficiados por Sánchez no sólo no se han arrepentido de sus actos, no han renunciado a sus objetivos, sino que perseveran en que su meta es alcanzarlos. Rufián ha dicho: “Desgraciadamente muchas veces tenemos que utilizar palancas de fuerza para que el PSOE se mueva, incluso en compromisos que, de hecho, son suyos”. Reconoce, pues, lo que era sabido, pero su testimonio de que la reforma del Código Penal le fue impuesto como contrapago a Sánchez, como ya era conocido. Y el portavoz de ERC dicta plazos ya que la eliminación de la sedición se debe consumir antes de final de año porque “los asuntos que su partido considera buenos han de hacerse con celeridad”. Su mejor aliado lo tienen en la Moncloa.