El profesor degollado

Firmas
Mario Clavell

A Samuel Paty lo degolló un islamista por haber exhibido en su clase caricaturas de Mahoma. Descanse en paz el colega y hágase justicia con el matador. La Moral prohíbe matar y a la vez obliga a respetar opciones contrarias a las mías. Libertad de expresión. Defensa del buen nombre. Una muestra de esa libertad irrespetuosa fueron las caricaturas de Mahoma en Charly-Hebdo: lesionaron la sensibilidad musulmana y provocaron una reacción asesina. Mal para los matadores, mal para los caricaturistas irreverentes. Dos acciones lamentables

¿Debemos aceptar que se menosprecie los sentimientos religiosos de los ciudadanos?

Lo hubo en Santiago hace años con un pregón de fiestas con burla de la Virgen y del Apóstol. Lo hubo en Pamplona con una exposición que incluía formas consagradas, otra en Andalucía con una parodia erótica de una Inmaculada.

La convivencia social me obliga a no herir sin motivo a mis diferentes. Es costoso, es necesario. Cada colectivo conserva afectos para los que guarda reverencia, y pide respeto hacia ellos. Un acto de libertad empleado para agredir es una violencia que genera más violencia. Ofender a musulmanes o a otro grupo sin un motivo de justicia torpedea la paz mundial.

Las caricaturas de Mahoma eran inconvenientes y generaron una reacción desproporcionada mucho más condenable. Fue un crimen contra la Humanidad el cometido en Niza en una iglesia hace seis días y el asesinato de un clérigo ortodoxo, también en Francia, cinco.

Es corrupción de la libertad emplearla desvinculada del bien. Mofarse de los musulmanes caricaturizando a Mahoma sin razón adecuada es torpe ejercicio de libertad que satisface a pocos y agrede a muchos. A la libertad de expresión debe acompañar también la responsabilidad de reprimirla cuando no persigue un bien proporcionado. Y provoca un mal mayor.