Enseñanza: nuevas programaciones y otras alegrías

Luis Alonso Girgado
Pilar Alegría

EMPIEZAN a ser tendencia las nuevas programaciones con las que la ministra del ramo educativo, señora Alegría, doña Pilar, incrementará de forma significativa la ya copiosa panoplia de carreras y carreritas, licenciaturas, grados y diplomaturas con sus múltiples y enriquecedoras variantes que sacan a nuestros universitarios de la insufrible monotonía de abogados, médicos, ingenieros, etc., que anquilosaban la oferta educativa española. En breve, con una oportuna ley, aunque podríamos echar mano de aquella, harto antigua, llamada “del embudo”, de uso tan frecuente como socorrido, todo quedará satisfactoriamente resuelto. Yo abogaría, empero, por un urgente decreto-ley que, explícito y tajante, reivindicase “El inalienable derecho al aprobado (por lo menos) del estudiante español. Ensayo popular y democrático”.

Así pues: han ido cayendo o depauperándose molestos y vetustos saberes como las lenguas clásicas, el pensamiento filosófico, el Francés de diplomacias y embajadas, la poco atractiva Religión e incluso la aleccionadora Historia, que ya Cicerón llamó magistra vitae, suplida esta por unas irrelevantes y desdibujadas “Sociales”.

En su lugar, aires nuevos, más frescos y lúdicos, más democráticos y tolerantes, desde luego, avalados, para tranquilidad de alumnos/ - as/ - es (¡Vayan acostumbrándose a la trilogía de género!) por el destierro del poco presentable suspenso (descalificación de origen fascista / franquista al que estamos metiendo en cintura. Ya era hora. Podría yo comentarles la más que posible participación de Franco, durante su etapa de director de la Academia militar de Zaragoza, en la aplicación activa del suspenso frustrante y negacionista en las notas, pero sería meterme en un campo minado y no está uno para sustos.

Acaso en este clima de renovación vanguardista el avance más clamoroso sea el de naturaleza canina (los gatos seguirán muy pronto) cuyos cursillos, ya anunciados, en pruebas tan abundantes como rigurosas, han de superar miles y miles de propietarios de los animalitos, aunque aquellos no estén, por su provecta edad, para zarandajas didáctico-educativas. El aluvión cultural que entre canes y similares como nuevo y más prometedor alumnado (loritos, gatitos, pececitos, tortuguitas y algún cuervo agorero) se nos viene encima, será de los que hacen época.

Faltan por controlar necesidades de profesorado y matriculación, libros de texto y ordenadores, pero todo se andará. No seamos aguafiestas. Las subvenciones ya inminentes, allanarán cualquier obstáculo... menos, naturalmente, las suculentas multas que, con despiadada saña, recaerán sobre los amos de tan variada bichería que casi nos recuerda la ya milenaria Arca de Noé.

En otro orden de cosas, alborozado está el sector marítimo con las novedosas clases de vela marinera incorporadas a la Enseñanza Media. Les advierto que el sector encargado del alumnado del mismo, dispondrá también, ¡cómo no!, de subvenciones para la compra de yates y veleros de alto bordo, para satisfacción de los nuevos lobeznos de mar. Por el gasto bibliográfico no se alarmen: el eximino señor Castells ha decidido emprenderla con quienes leen o escriben en revistas científicas en los santuarios universitarios de investigación que él gobierna (el concepto revista es hoy más que sospechoso), y entre ese ahorro y un modesto aporte subvencionado, todo resuelto.

El docto cenáculo feministo-podemita sigue, con ejemplar constancia, enriqueciendo el sistema lingüístico, lo que tiene sobrecogida a la mismísima Real Academia. Un ejemplo: siguiendo la estela de la suplencia patria-matria, ahora viene la pirueta igualitarista: la madre-la padre, así, tal como lo he oído yo y ustedes acaban de leer. A eso y más llegaremos con esfuerzo y perseverancia. Llegaremos, pero no sabemos quiénes. Menos mal. Mientras tanto, podemos respirar.