Felipe VI en Santiago

José Manuel García Iglesias

HOY está en Compostela el rey de España. Viene a inaugurar el I Congreso Mundial Xacobeo, organizado por la Academia Xacobea y la Xunta de Galicia. Cabe entender este acto como un punto de inflexión, muy positivo, en el desarrollo del Xacobeo 2021. Todos los medios de comunicación españoles, en mayor o menor grado, se harán eco de lo que supone este viaje real, con tantos y tantos antecedentes históricos.

En el más lejano ayer fue un rey asturiano, Alfonso II, quien reconoció la tumba del apóstol Santiago el Mayor, tras el hallazgo del obispo Teodomiro. Aquí, en Compostela, en su Panteón Real, descansan los restos de Alfonso IX y Fernando II, impulsor de las obras de la Cripta y el Pórtico de la Gloria. Los Reyes Católicos, promotores del antiguo Hospital Real –un referente, en su género, en la Europa de la época–, merecen, igualmente, una cita especial.

También cabe hacer mención a Felipe IV quien puso en marcha las dos Ofrendas a Santiago, con carácter anual, en el día de Santiago y en el de su Traslación; las ceremonias consiguientes suponen una asistencia, a su catedral, ya del rey, ya de quien es su delegado regio, en esos dos momentos, centrales, del culto jacobeo, algo que, desde el siglo XVII, persevera. Los Borbones, dinastía a la que pertenece Felipe VI, seguirán, pues, manteniendo ese culto, y esa cultura; monarcas como Alfonso XII y Juan Carlos I seguirían esta senda, claro está, actualizando, en cada momento, el sentido de su visita.

Ahora Felipe VI vuelve a Compostela. Ha estado aquí, desde su infancia, muchas veces. Sabe muy bien que Santiago y sus caminos significan, entre otras muchas cosas, unidad, fraternidad y concordia, valores que siempre han de ser bienvenidos y que una figura como la suya representa e impulsa.