Francisco y Compostela

José Manuel García Iglesias

EL arzobispo de Santiago y el presidente de la Xunta han sido recibidos por el papa Francisco con una finalidad específica: invitarle a venir a Compostela en el próximo 2022, también jubilar y, por lo tanto, en afortunada denominación –propuesta desde el ámbito civil y, hoy, asumida por todos–, Xacobeo 2022.

En la larga historia jacobea habrá que esperar a los últimos años del siglo XX para que venga, siéndolo, un pontífice romano hasta estas tierras de Galicia. De este modo un polaco, Juan Pablo II, iniciaría un camino que seguiría, después, otro papa, alemán en este caso, Benedicto XVI. Ahora resulta muy probable que Francisco, argentino de origen, se acerque a Compostela en algún momento de la próxima anualidad. No tendría mucho sentido que, en su agenda, se contemplase esta recepción –formal y dada a conocer– si no hubiese muchas probabilidades de que se concretase en su momento, siempre y cuando no haya alguna circunstancia que lo impida.

Desde las últimas reformas practicadas en la catedral compostelana se ha reformulado un espacio del crucero, en su lado norte, sobre el que ya podía verse, anteriormente, una placa, con representaciones, en sendos bustos, de esos papas que vinieron a Compostela. Abajo, en tanto, en una pequeña capilla, en su suelo, está, actualmente, la lauda de aquel obispo Teodomiro, descubridor de los restos que dieron lugar al culto jacobeo, y en el frente, se ve un relicario, donado por el arzobispo Isorna (siglo XV), que tiene la forma de un Santiago peregrino.

Seguro que, de venir, el actual papa verá esta parte de la basílica que incide, por sus contenidos actuales, en la idea de la peregrinación y que nos habla, en cierto modo, de la protección romana, a la misma, a lo largo del tiempo.