primarias. A estas alturas de la película, cualquier gallego interesado por la política ya sabe que los militantes socialistas se debaten desde hace meses entre dos corrientes principales: aquellos que, pese al varapalo de las autonómicas todavía confían en el secretario xeral, Gonzalo Caballero, y los que prefieren un relevo al mando de la organización, encabezados por Valentín G. Formoso.
Lo que no estaba tan claro, sin embargo, es la fórmula que tanto uno como otro iban a poner sobre la mesa para hacer posible el tan ansiado resurgir –entre sus simpatizantes– de los del puño y la rosa, que vuelva a situarles en una posición de hacer frente al PPdeG desde un punto de vista electoral. Un cóctel cuya receta, en teoría, iban a desvelar en el proceso de primarias que culminará el día 30. Sin embrago, más allá de generalidades, tanto los que tienen carné como los potenciales votantes no terminan de percibir cual es la pócima del éxito que les ofrecen.
El actual líder, por un lado, reivindica que quiere “un proyecto galleguista, feminista, verde y de izquierdas”, pero no termina de ir más allá del marco global sin bajar al detalle, al margen de aderezar su planteamiento con acusaciones a su oponente de intentar volver a instaurar las baronías y estar casi más cerca del PPdeG que el mismo Núñez Feijóo. Enfrente, el aspirante vende ambición, apelando a recuperar el orgullo tras el último fracaso en las urnas con un partido “fuerte y unido”, que está muy bien como declaración de intenciones... pero sólo con eso tampoco se gana. Páramo y llanura en lugar del debate profundo que se prometía, ante lo que cabe preguntarse: ¿veremos alguna idea de futuro para el PSdeG? Sabela ARIAS