DEBATE. Xose Manuel Sarille conoce como pocos los movimientos que se produce dentro del nacionalismo y más concretamente en el BNG. Desde una atalaya privilegiada, que identifica a los actores y sus circunstancias, sabe que alcanzar la presidencia de la Xunta pasa por ampliar la base social y en esa pretensión sitúa el toque de atención, vía reflexión personal, que lanzó Ana Pontón hace unas fechas.
Para el analista se trata de “un movimiento light en positivo” que pone el foco en la portavoz nacional pero sin demasiado recorrido en las estructuras internas, léase en el núcleo duro de la UPG.
Según Sarille este movimiento no provoca tensiones en la cúpula que guarda las esencias frentistas. Puede ser. Pero hay evidencias de que algo se está realineando aunque, por ahora, no afloran a la superficie mensajes que indiquen que las cosas vayan en una dirección o en la contraria. Mutismo total a pesar de los intentos desde los medios de buscar las costuras. ¿Haberlas, haylas? es la pregunta.
Que algo se mueve lo alimenta la propia Pontón volviendo a insistir en que la reflexión personal tiene que ser acompañada de una reflexión colectiva para añadir, sin solución de continuidad, que debe ser compartida “con persoas non só do BNG senón da contorna da nosa organización”. Una referencia explícita y, en teoría, condición nada light, si va en serio, que deja sobre la mesa la portavoz nacional para “valorar ben se son a persoa idónea para afrontar o reto tan importante que ten o nacionalismo”. La cuestión es clara pero la única duda sería si desde la dirección de los upegallos se permitirán las injerencias externas en este proceso. aNTÓN TRABANCA