Reseña Musical

Josu de Solaun, solista del “Concierto para piano n º2, en Sol m. Op. 16”, de S.Prokofiev

Ramón García Balado

El pianista Josu de Solaun, será protagonista del “Concierto para piano nº 2, en Sol m. Op. 16”, de S.Prokofiev, para el “Ciclo Ángel Brage”, con la “RFG”, dirigida por Paul Daniel en el Auditorio de Galicia-20´30 h.-, con sesión previa de “CONversano con...”, en la Sala Mozart-19´45 h.-, tras la visita de ayer al Teatro Afundación de Vigo. En estreno, la “Obertura Op. 49” de Dora Pejacevic, compositora húngaro-croata a descubrir y condesa por condición social, perteneciente a la noble familia Pejacevic y que gozó de un apoyo incondicional de su madre. Estudió en Zagreb, Dresde y Munich, recibiendo clases de Dragutin Kaiser, Walter Courvoisier y en violín de Henri Petri. Su Sinfonía en Fa sost. m. Op. 41”, recibió una gran acogida, un trabajo de 1916/7 y que revisará tres años después. Una dedicatoria a la baronesa Lilla Vay de Vaya , obra que se dio a conocer en la Grosser Musikverein-Saal, de Viena. Es el suyo un legado de marcado estilo tardo-romántico, y que se manifiesta en el campo de las obras orquestales, con ejemplos como la “Ouverture en Re m. Op. 49”, de 1919; el “Concierto para piano en Sol m. Op. 33”, la “Phantasie concertante en Re m., para piano y orquesta Op. 48”, dedicada a la pianista Alice Ripper o “Verwandlung, para voz, violín y orquesta Op. 37b”, sobre la poética de Karl Krauss, con el que había tenido una intensa relación personal en lo artístico.

Josu de Salaun, en una entrevista con Gonzalo Pérez Chamorro, para Ritmo, responderá a las preguntas sobre las recientes publicaciones entre las que destacaban las grabaciones “Digressions “ (Ibs Classical), dedicada a obras de Schumann y Brahms, la menos convencional “panDeMICity” , con la misma productora y la publicación de “Las Grietas”, para “EdictOràlia”, en su debut poético. La curiosidad de “panDEMICity”, puede revelar conexiones con los inolvidables conciertos improvisados de Keith Jarret. Su registro resulta el resumen de una nueva forma de conciencia en las artes. La obra es un poema de amor a unos grandes amigos, una reivindicación dela idea de composición, una oda a la composición aédica, una purga de emocional, un principio y un fin. Un homenaje y un testimonio de nuestros tiempos, una afirmación de que música y partitura no son lo mismo, de que oralidad y escritura no son dicotómicas, ni tampoco lo popular y lo culto. Es un primer intento de no reducir la música a la historia ni a las ideas de estilo.

F. Poulenc, contará con una obra frecuente de su catálogo, se trata de la “Sinfonietta F.P. 141”, obra que no ocupa el rango de otras composiciones mayores, y de una duración aproximada de media hora, plena de detallismos de su personal estilo, que se manifiesta a mayor nivel en el “Concierto campestre para clavecín y orquesta”, en las maneras del neoclasicismo. La sombra de Haydn, es un detalle a tener en cuenta, para esta pieza estrenada e en 1947 y que se resuelve en cuatro movimientos de dan la medida de su planteamiento. Un “Allegro”, para comenzar, de trazo elegante y apacible, enmarcado claramente en la acostumbrada forma sonata, para pasar a un tiempo que resulta una especie de “scherzo”, en el ámbito típico A-B-A, de distendido gracejo. El tercer tiempo, un “Andante” lírico de atractivo, con su melodía bemolizada, acorde con el conjunto de la obra en su ideario, prepara la aparición del Final placentero en su despreocupado aliento. En Poulenc, siempre se apreció su facilidad en abordar el melodismo en sus facetas más diversas, en las que no faltan las obras líricas y escénicas.

A. Prokofiev con el “Concierto en Sol m. Op. 16” al que el autor dedicaría más de cuatro horas diarias mientras pasaba un período de descanso en el Hotel de Sources, en Royat y compensaba un estado de decaimiento, en el año 1913. El tiempo tendrá sus valoraciones con respecto a la obra, a consecuencia de reacciones intensas, en un período en el que el público lo encontraba osado en demasía. Existían en efecto muchos movimientos de vanguardia de menor dimensión en el clima cultural de San Petersburgo, más conservador que el de Moscú y los conciertos de Pavlosk atraían a un público particularmente cauteloso, que quería disfrutar de veladas en un marco agradable, mientras se entregaba a disfrutar de relajantes propuestas. Especialistas hay que opinan que este concierto, se ejecuta con poca frecuencia y que nunca alcanzó la celebridad del siguiente o incluso el anterior. Quizás debido a la dificultad de la parte del solista o a la estructura fragmentaria del mismo. El autor aceptará el primero como más interesante, en cuanto a la orquestación. La partitura del segundo sufrió percances diversos y tras el traslado a Nueva York, en 1918, realizará una nueva revisión en 1923, que se convirtió en la versión normativa para las ejecuciones. Su creciente reputación como pianista y compositor, le ganaron los parabienes de Glazunov y Liadov, quienes no obstante, seguía siendo el personaje molesto y alborotador que rechazaba sus estéticas.

El “Concierto nº 2, en Sol m. Op 16”, fue ejemplo de su incontestable agilidad resolutiva, demostrando una capacidad consumada y en el momento más boyante, que se confirmará en los cinco conciertos para el instrumento y en medio de la arrolladora pujanza de los futuristas. El “Andantino” anuncia las influencias tradicionales por el solista, para ceder a la orquesta una densa profundidad de rica vitalidad, hasta imbuirse en un estilo de “Allegretto”, de mayor pujanza. La “cadenza” del solista, acapara casi la mitad del tiempo, por su invención armónica y su técnica. El “Scherzo” permite al solista un despliegue de rápidas semicorcheas, articuladas entre las dos manos paralelamente, dejando a la orquesta en segundo plano. El “Intermezzo”, responde a un talante “Allegro moderato”, un ritmo de marcha tintado de un humor reconocible en el conjunto de su obra y el “Final Allegro tempetuoso”, sorprendente para una obra como esta, en cuatro tiempos, se presenta como un cambio de atmósfera, en el que el solista se concede un importante rol, después de los instrumentos de metal, que se acepta como un punto final, con una “cadenza” que se anima de manera creciente, en disputa con el resto de la orquesta.