La ‘justicia poética’ de Bildu

Firmas
Juan Salgado

LA táctica del campo permanentemente embarrado, en el que la indignación por un escándalo se subsume –ya sin tiempo para su exteriorización– en la que genera el escándalo siguiente, es práctica de diestro manejo y más clara rentabilidad que Pedro Sánchez va ejercitando para su particular provecho, con el borreguil acatamiento de sus compañeros de partido y la indolencia de una ciudadanía que no hace sino evidenciar, en su ausencia de capacidad crítica, lo endeble de los planes de educación de los últimos tiempos.

Dispuesto a hacer saltar todos los puentes de entendimiento entre fuerzas constitucionalistas y avezado en cruzar todas las líneas rojas que limita el sentido común, la ética y una ideología que hay que suponerle, el presidente del Gobierno sigue su acelerado caminar hacia el precipicio con esa práctica de tierra quemada que, cual forestal plaga incendiaria, va a precisar de muchos años para recomponer el equilibrio social que tal proceder dinamita.

Fue esa sucesión de trágalas a cada cual más escandaloso –el ninguneo del rey, el anuncio del indulto para los golpistas catalanes, la nueva versión del odio a través de la memoria que se
quiere democrática– la que llevó al campo de la irrelevancia las clarificadoras palabras de la portavoz de Bildu, en reconocimien-to expreso y explícito de lo lejos que la ética discurre del inquili-
no de la Moncloa.

Pocos días antes Sánchez había sobrepasado por primera vez en la reciente historia democrática la línea roja que le ata al independentismo. Figura en el libro de actas del Senado, donde se recoge el pésame “profundo” que el presidente expresó al independentismo vasco por el suicidio de un etarra en prisión, ratificando así no ya la conocida vinculación de la formación política con la banda terrorista, sino otorgándole –más allá de un pésame humanitario del que, por poner un ejemplo, se privó a las víctimas del covid-19– carta de naturaleza al ser la primera vez que el Gobierno de la nación expresa la condolencia oficial a la banda terrorista.

No hizo falta esperar mucho para que, tras tan vejatoria claudicación, la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, aprovechase la tribuna del Congreso para hacer pública ostentación del guante tendido por Sánchez: “Hoy podemos decir que no existe ecuación política posible sin el independentismo vasco. Ni en Madrid ni en Euskalerría. Así que ya lo ven, señor Espinosa de los Monteros (Vox). Llegan tarde. Porque en Euskalerría ganamos la batalla de las ilegalizaciones y la prueba es que el independentismo está más fuerte que nunca y cada vez somos más. Les advierto que el compromiso que nos ha llevado a miles de personas para caminar hacia una República vasca justa, democrática y en paz sigue intacta (...). Es más, paradojas de la vida, hoy es el día que tras tres décadas intentando acabar con la izquierda independentista vasca, resulta que estamos aquí condicionando el Gobierno de España y las leyes que este Congreso aprueba mientras que ustedes no pintan absolutamente nada. Esto sí que es justicia poética”.

¡En qué tan poco tiempo y por tan pocas monedas de plata se olvida a los muertos del terrorismo, socialistas incluidos! Por eso no está de más plantearse con el maestro de periodistas Ignacio Camacho la no tan retórica interrogante de “Quién dijo que era imposible retratar el alma”.