La política, arte noble

Firmas
Marcelino Agís Villaverde

ASí la considero yo porque gracias a ella la sociedad puede encontrar la concordia. La única premisa que debe cumplir un político es que sea honesto y no mienta, porque con la mentira y el engaño convierte en inmoral la actividad pública que desempeña.

Debemos, por lo tanto, esperar e incluso vigilar, que un político cumpla su palabra. Que lo que ha prometido en campaña electoral y figura en su programa se realiza o, por lo menos, lo intenta. Cuando un político miente reiteradamente se traiciona a sí mismo, traiciona a los que le han votado y a toda la ciudadanía a la que debe servir.

Por su puesto que un político o una política puede equivocarse al legislar y promover una ley cuya aplicación dé lugar a situaciones injustas. No es fácil que esto suceda porque un Estado tiene a su disposición órganos asesores y consultivos cuyos informes le garantizarán que las leyes pasen un primer control de legalidad. Por ello, es muy importante que dichos órganos consultivos no sean obviados con triquiñuelas y, si aun así se equivoca, enmiende su error.

Las circunstancias pueden arruinar los planes económicos de un gobierno, pero no es de recibo que alguien elabore y apruebe unos presupuestos sabiendo que los organismos nacionales e internacionales de referencia contradicen sus cifras. Presentar esos números es un autoengaño para salir del paso que la realidad acabará echando por tierra y tendrán que ser modificados.

Un político debe practicar la transparencia e informar en los órganos parlamentarios y de comunicación habituales de las razones que justifican sus decisiones, tanto en política interna como en política internacional. Un político puede mentir, cierto, pero, recuerden, se coge antes a un mentiroso que a un cojo.