Luar (2)

Firmas
Mario Clavell

ESTA personita de nombre ambiguo aparece sin sexo o género en el Registro civil. Su madre educa a Luar para que lo decida cuando sea mayor, inquietante decisión. La madre que parió a Luar es transexual y ahora dice ser Rubén; antes de tomar hormonas para el cambio congeló ovarios y conservó útero y vagina; su aspecto actual es vagamente masculino pero tiene tetas con las que intentó con poco éxito amamantar a su hije.

Rubén tiene de hombre el nombre y la inducida barba, es mujer genéticamente y de identidad confusa. Tanto Rubén como la criatura son raros por elección con un origen y futuro espesos. En su gestación intervinieron porción de ingenieros, sanitarios, psicólogos, un vientre alquilado, dos inseminaciones fracasadas...; generan compasión y simpatía hacia Luar, ajeno a tan poco natural proceso; respeto a la criatura, poseedora de dignidad humana, no aplaudo a la parafernalia que la trajo al mundo.

Vale que la técnica sirva la naturaleza sin estropearlas; hombre y mujer en acople amoroso continúan la especie humana con apoyo ocasional de la técnica. Pero demasiada gente para el nacimiento de Luar: ¿qué idea de su origen y de sí mismo/a tendrá Luar cuando se pregunte acerca de ello? La ideología de género amaga tras esas impeñativas acciones que alumbraron a Luar, y un Transhumanismo acechante.

El lobby trans silencia las taras del fenómeno: trans insatisfechos, promesas por parte de sus promotores y no cumplidas, una nueva identidad confusa, dependencia hormonal de por vida, turbación psicológica, tentaciones suicidas, uff; remar contra natura es agotador y casi siempre inútil.

El caso Luar revela una relación equivocada entre los sexos. En caso de disforia, resulta más funcional ayudar para acomodarse al sexo biológico y tratar lo ocasional como excepcional y no como general.