¿Maltrato? ¿Violencia ? ¿Exceso?

Alfonso Villagómez

La detención del magistrado del Tribunal Constitucional Fernando Valdes dal Re es sorprendente e indignante. No por el supuesto delito que motivó la intervención de la Guardia civil, sino por la forma y consecuencias de esta intervención. A resultas de la confirmación de los hechos, parece que se produjo una discusión en el domicilio del magistrado en la que participaron su esposa y él mismo. Unos muchachos, sobre las 18.30 horas, que oyeron unos gritos que provenían de la terraza del chalé del juez, corren raudos a llamar al Cuartel de la Guardia Civil de Majadahonda, que detiene a Valdes cuando descansaba en su domicilio.

Conducido a aquellas dependencias se le toma declaración y ante su indisposición –padece una grave enfermedad respitatoria– es trasladado al hospital de Puerta de Hierro en donde pasa la noche. Al día siguiente es puesto a disposición de la juez que decreta su puesta en libertad. No hay denuncia, ni parte de lesiones, ni la mujer del magistrado ha denunciado así nada.

A la sorpresa por tan insólita intervención de la Guardia Civil se une la indignación porque deberían saber esos agentes de Majadahonda, con una sargento a la cabeza, que ningún juez puede ser detenido salvo en el caso flagrante delito. Es decir, cuando el delito que se estuviere cometiendo o se acabara de cometer cuando el delincuente sea sorprendido.