Me siento chica, quizá chico

Firmas
Mario Clavell

COMPRÉ Paris Match para un viaje en tren y leí la entrevista con una actriz muy corrida (Charlize Theron); sin pestañear comenta que su hijo Jackson, de ocho años, “est devenu transgenre”, se ha convertido en transexual. Se llama disforia de género a la situación de quien no se siente cómodo con su sexo.

Me intereso por el tema. El número de niños y adolescentes tratados para cambio de sexo en Inglaterra ha pasado de 72 en 2010 a 2.590 en 2019. Esa práctica se puede iniciar a los once años. Está en marcha una reforma de la ley, que la retrasa a los dieciocho años esa posibilidad, vista la imprudencia en su aplicación.

A los candidatos les prescriben inhibidores que bloquean la aparición de los rasgos sexuales y facilitan la posterior cirugía. Pero no es cosa simple. Kiera Bell recibió bloqueadores hormonales a los 16 años, tras solo tres consultas previas; posteriormente, un tratamiento con hormonas masculinas a los 17, y una doble mastectomía a los 20. Hoy, con 23 años y ya fuera del tratamiento para asignarle el sexo masculino, demanda a la clínica y quisiera revertir el proceso. “Era demasiado joven”. No le informaron bastante psicológicamente, denuncia.

Unos estudios muestran que los problemas de identidad sexual en esa etapa son temporales. Buena parte de los menores con disforia de género que no recibieron tratamiento superaron el trastorno gracias a terapia psicológica. Y recomiendan extremar la cautela cuando los niños presentan problemas de identidad sexual.

Ante la falta de pruebas científicas que permitan diferenciar a quienes realmente sufren disforia de los que padecen crisis de identidad pasajeras afirman que prescribir bloqueadores de la pubertad y hormonas en los niños que sufren disforia de género pueden terminar perjudicando a quienes se pretende ayudar.

La Biología incluye diseña sexo; en nuestra época muy sentimentalista vocea sensaciones y a estas conviene atarlas corto.