Melancolía

Fernando Lussón

EL presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ha pedido que la Fiscalía actúe de oficio si el Congreso, una vez más, impide que se abra una comisión de investigación sobre los primeros momentos de la pandemia y la supuesta negligencia del Gobierno por no adoptar medidas antes de que se celebraran las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, el 8-M, que a su juicio fue el punto cero de la explosión de la pandemia.

A la vista está que se trata, como diría Ortega y Gasset, de un esfuerzo inútil que conduce a la melancolía. Por dos motivos, el primero porque los partidos que sustentan al Gobierno y sus socios no van a dar luz verde a esa iniciativa, y en segundo lugar porque tampoco lo va a hacer el ministerio público, porque el entonces delegado del Gobierno en Madrid, Juan Manuel Franco, vio cómo se archivaba la causa por la denuncia presentada contra él por autorizar la manifestación en Madrid.

Las declaraciones de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, han recordado un hecho incontrovertible, que el Ministerio de Empleo publicó una Guía para la actuación en el ámbito laboral en relación con el nuevo coronavirus, por la que fue reconvenida por La Moncloa por anticiparse al Ministerio de Sanidad.

Que los partidos de la oposición tienen fijación con la manifestación del 8-M es una evidencia y han recuperado la oportunidad para volver a mezclarlo todo. Obvian que ese mismo día Vox tuvo un acto masivo en la plaza de Vistalegre y que uno de sus dirigentes, Ortega Smith, fue uno de los primeros políticos contagiados y que centenares de miles de personas utilizaron los medios de transporte colectivos los días anteriores y posteriores a esas manifestaciones.

Yolanda Díaz ha repetido la táctica de quien fue su mentor, Pablo Iglesias, de tirar contra el Gobierno al que pertenece, aunque luego haya rectificado con cierta melancolía porque tiene que empezar a marcar su propio territorio. La melancolía orteguiana como estado de la política nacional.