Moderado éxito republicano

Firmas
José Manuel Estévez-Saá

EL éxito republicano en las elecciones legislativas del pasado martes no ha sido ni tan grande como el esperado por Trump, ni tan exiguo como el que proyectan algunos medios. Dos son los factores principales que justifican el error de los sondeos. El principal, el modo petulante en que, de nuevo, el expresidente se dirigió a sus correligionarios en las horas previas a la gran votación, dejando entrever incluso su decisión de volver a presentarse a las presidenciales de 2024.

En segundo lugar, las primarias ganadas por los candidatos republicanos de la estela de Trump frente a otros compañeros de partido menos radicales fue una trampa bien diseñada por los demócratas en ciertos estados, pues pensaron que así sería más fácil conseguir el éxito final de sus candidatos frente a figuras republicanas claramente trumpistas.

Sea como fuere, e independientemente del lado hacia el que termine cayendo el Senado de aquí a diciembre, haber perdido la Casa de Representantes constituye para el partido Demócrata un varapalo, pues muchos proyectos legislativos de la Administración Biden quedarán paralizados; y los republicanos incluso podrían proponer leyes en la Cámara Baja que forzasen al presidente a frenarlos a través de vetos presidenciales.

En eso consiste el famoso “equilibrio de poderes” que define y caracteriza tanto a la democracia estadounidense, como a su pequeña pero intensa Constitución.

Hablamos, por ejemplo, del control de la Reserva Federal; de frenar nuevas medidas fiscales para estimular la economía; de limitar el gravamen a los beneficios de las grandes multinacionales, y los impuestos a empresas energéticas (sobre todo petroleras y gasísticas) y tecnológicas. También de impedir un nuevo intento de regulación del aborto; de limitar el gasto social; de revisar las medidas climáticas de Biden; o de paralizar iniciativas en contra de la discriminación racial, o que favorezcan el acceso al voto (también han salido elegidos cargos estatales republicanos que podrán supervisar distritos electorales y recuentos en las presidenciales de 2024).

Tampoco saldrán adelante planes para controlar la posesión y el acceso a las armas de fuego, ni proyectos para forzar a las farmacéuticas a abaratar los medicamentos. Igualmente, el apoyo a Ucrania se reducirá; y las políticas de género y LGTBIQ+ se verán trabadas. E incluso el control y la seguridad en la frontera con México serán reforzados.

Y, si acaso los republicanos llegasen a controlar el Senado, quizá se iniciarían juicios políticos y comisiones de investigación en contra del FBI por el registro de la mansión de Trump, en torno a Biden y las relaciones de su hijo con China, y hasta para fiscalizar la precipitada salida de Afganistán. En definitiva, nuevos problemas; y un disgusto para Biden y los demócratas.