No hemos aprendido nada

Pauli González Díaz

Tras la primera ola de Covid-19 todos pronunciamos ese “cuánto hemos aprendido estos meses”. Presidentes de todo el mundo aseguraron que “ahora estábamos preparados”, que “algo así no volvería a pasar”. Y pasó. No una, ni dos, ni tres veces, sino hasta seis. Seis olas de un virus que, tras el primer gran zarpazo, decían controlado.

Se pudo hacer mejor, sí. Pero, como todo, es fácil juzgarlo desde la comodidad de nuestro salón. Ante algo tan novedoso, es difícil actuar. Sin embargo, ¿qué hubiese pasado si la pandemia por Covid se hubiese dado más de 135 veces en los últimos 120 años?

Seguramente, todos estaríamos de acuerdo en que no hubiera pasado esto, en que habría habido las herramientas para frenarlo a tiempo. Pero, ¿estamos en lo cierto?

La situación actual entre Rusia y Ucrania demuestra que no hemos aprendido nada. Y es que, en estos instantes, el mundo se encuentra paralizado en busca de soluciones para aliviar la tensión entre dos países que nunca llegaron a cerrar las heridas del pasado.

Las guerras no son nada nuevo, de ellas sí tenemos referencias. En concreto, más de 135 en los últimos 120 años. Ha habido guerras ideológicas, guerras políticas, guerras territoriales y económicas. Los seres humanos nos hemos peleado, de todas las formas y colores posibles. Pero no, no hemos aprendido nada.

Tras cientos de guerras civiles, y hasta dos guerras mundiales, el globo terráqueo sigue estando dividido en bandos. Sigue existiendo ese conmigo o contra mí, ese en mi bando o en el suyo. Como si de una pelea de patio de colegio se tratara. Tal vez sea eso, que nos hemos quedado estancados en las peleas de patio de colegio.

Y todo porque sigue habiendo bandos y alianzas, amigos y enemigos. Todo porque sigue habiendo frentes y fronteras. Porque todos los países siguen formando grandes ejércitos listos para el combate. Todo porque los problemas aún se resuelven enviando tropas, posicionando tanques, ocupando posiciones en primera línea de batalla.

Se suponía que las guerras de ahora iban a ser guerras diplomáticas. Se suponía que la lección estaba aprendida y que los nuevos desencuentros iban a ser desencuentros en las mesas de negociaciones. Las armas no entraban en los planes porque “habíamos aprendido lo suficiente como para no repetir los errores del pasado”. Pero no, lo hemos vuelto a demostrar...

No hemos aprendido nada.

Pauli González Díaz