No lo entiendo

Firmas
Jaime Barreiro Gil

ESCRIBO esta columna el martes y será publicada el jueves. Supongo que todos ustedes están advertidos de que, tal como van las cosas con respecto a la evolución de la pandemia del coronavirus, en ese tiempo que media entre que escribo y se publica la Posdata, puede pasar de todo.

Esas dichosas cosas a las que me refiero, ni en Galicia, ni en el resto de España y menos aún en el resto del mundo, no están evolucionando precisamente ni con calma ni de manera previsible. Desde que empezó todo, si algo quedó en evidencia, es que cumple más atender a los consejos de la prudencia que a la capacidad de previsión.

Sin embargo, la experiencia que tuvimos desde comienzos de marzo hasta aquí, en la que hemos sido testigos de circunstancias sanitarias, políticas, sociales y económicas que muchos no habíamos conocido nunca, nos ha dejado, sino un aprendizaje firme, que por ahora no lo hay, sí alguna advertencia sobre la necesidad de ser, primero, disciplinados, y segundo, prudentes.

Ambas, disciplina y prudencia, han venido en confluir en unas poquitas normas de comportamiento que, sin necesidad de llegar otra vez a los extremos de un confinamiento radical, que nos hace mucho daño, en cualquiera de los sentidos con que se lo valore, nos están viniendo bien para refrenar el ataque del maldito virus que, fundamentalmente, se deja ver en su capacidad de expandirse mediante el contagio entre humanos.

Esas reglas, siguen siendo la de lavarse las manos, usar mascarilla y mantener entre nosotros una distancia mínima de uno o dos metros, según quien lo aconseja.

También fuimos advertidos de que, si ese comportamiento no basta, al menos hasta ahora, no queda más remedio adicional que el confinamiento y que, una vez conocidos los avisos por la ampliación de los contagios o la manifestación de las afectaciones, este debe ser de un mínimo de catorce días, dos semanas, que es lo que exigimos a quien muestre cualquier tipo de síntoma, para que se quede en casa.

Así pues, como ustedes ven, no es que sepamos mucho, pero eso que les digo (comportamiento disciplinado y cuarentena rigurosa) creí que sí que lo teníamos aprendido. Por eso no entiendo la decisión del Gobierno autonómico de decretar un confinamiento, aunque sea territorialmente limitado, de cinco días, una cifra que me parece que no tiene ninguna explicación sanitaria.

Y cualquier otra explicación, en la que ni siquiera quiero entrar, se puede sospechar que sea para arreglar otros problemas o atender otros intereses, no los sanitarios. Y eso, me temo, no es honesto.