Nueva Ley de Educación, uff

Firmas
Mario Clavell

¿MÁS instruidos?, ¿mejor educados? Desde luego. Instagram enseña poses sociales y las series de la tele enseñan planteamientos ante la vida. La Escuela proporciona conocimientos y la enseñanza de los padres tiende a ser limitada a aspectos básicos. En la vida cotidiana todos damos ejemplo y enseñamos algo a los demás. Pero la tendencia contemporánea acrecienta la acción del Estado sobre la iniciativa ciudadana.

La Lomloe –sigla de la Ley en trámite debatida en el Parlamento– agita algunas cuestiones de menos monta y trastoca otras de mayor calado: la libertad de elección de centro por parte de los padres es una de ellas. Serán las administraciones –autonómicas o municipales– las que distribuyan los alumnos entre centros públicos y concertados. La Ley propuesta atempera la elección por parte de los padres de la escuela que prefiere para sus hijos. La opción por el centro concertado, respetada en apariencia, queda mediatizada por otros condicionantes. En el Consejo Escolar de esos centros habrá un representante municipal.

El toque laicizante está presente: la asignatura de Religión, obligatoria en la oferta del centro, no cuenta para aprobar curso y no tiene al-
ternativa en el horario para quienes no la elijan. Quienes opten por enseñanza religiosa cargan con más horas lectivas que los demás.

La ley proyectada replantea asignaturas, ciclos y reválidas. Y ha provocado quejas y protestas. Es la séptima en treinta y cinco años. El matrimonio político de conveniencia PSOE-Podemos comparte un alma estatalizante que mira con desdén lo privado, salvo para subirle los impuestos.

Usos y mentalidades cambian en esas décadas y, por lo mismo, habría que consensuar las modificaciones. Con un marco legal bien aceptado y bien compartido, que respete
libertades personales y socia-les que reflejen el pluralismo de una sociedad pacífica y diversificada. Una nueva Ley Educativa, ¡ufff¡