POLÍTICA. Buscando donde esconderse debe estar en las últimas horas Alfonso Rueda, vicepresidente primero, quien tuvo que tragarse el marrón, a petición de Pablo Casado, de apadrinar el acto de inauguración de la sede del cónsul honorario de la Federación de Rusia. Fue el pasado 28 de junio en Vigo y allí acudió el embajador de Rusia en España, Yuri Korchagin, para entregar sus credenciales a Pedro Mouriño, empresario gallego vinculado siempre al Partido Popular que no tiene nada que ver (pese a la coincidencia de apellido) con el presidente del Celta. El tal Mouriño, muy conocido también en la capital de Galicia, llevaba, por aquellas fechas, varios meses intentando colocar la vacuna Sputnik V contra la covid-19 que no quiso, ni siquiera, Isabel Díaz Ayuso, a pesar de los múltiples intentos que realizó el también empresario gallego.
El objetivo principal de la actividad del cónsul es garantizar los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos rusos en Galicia, pero no dudó en ofrecerse para intermediar con los empresarios gallegos para ofrecerles jugosos negocios en la tierra de Vladimir Putin (¿Cuántos picaron?).
Pero lo más grande es cuando defendió en algunas entrevistas que Rusia es un país libre, democrático y respetuoso con sus vecinos. Así, sin cortarse nada. a. trabanca