Platerías

Xosé A. Perozo

NOS encontramos en un paso de peatones. Cuando llegué, ella aguardaba cabizbaja y pensativa a que el semáforo abriera. Luisa es propietaria, administradora única, directora y currante de una pequeña empresa de servicios culturales. Casi once años de historia y un bien ganado prestigio le han permitido un buen pasar y conseguir que sus cinco trabajadoras se ganaran la vida sin estrecheces. Desde marzo no duerme tranquila. La encontré desmejorada, pero evité manifestárselo durante el rato que tardamos en cruzar y recorrer un par de calles del Ensanche compostelano, hasta despedirnos en el portal de un gestoría.

Desde el confinamiento de marzo su empresa está cerrada, no tiene carga de trabajo, los cinco profesionales están en ERTE, el pequeño ICO que le concedieron ya lo ha agotado pagando facturas atrasadas, alquileres, luz, agua, teléfonos... ¡y los impuestos! Según sus cálculos, si en Navidad no tiene “algún apaño potente” en febrero tendrá que cerrar definitivamente.

No posee fondos ni para mantenerse, ni para pagar indemnizaciones. Y, se lamentó, nadie vendrá a rescatarla, ni a perdonarle las cuotas de la Seguridad Social. Además, el rescate habría de ser a fondo perdido, porque en marzo tampoco podrá hacer frente a las cuotas del ICO. Entendí y compartí su angustia.

Naturalmente nos solidarizamos con el sector de la restauración. Nos congratulamos porque la presión a los distintos gobiernos pueda darles resultado. Nos lamentamos de que la cultura no sea poderosa, como la Banca o las líneas aéreas, capaces de quitarles el sueño a nuestros dirigentes. Hablamos de las precarias situaciones de amigos y conocidas comunes. Luisa me confesó estar pensando en dedicarse a cultivar lechugas.

Para consolarla, también le hablé de mis problemas como editor. Le dije que estoy pensando coger un traspaso en Platerías. Vi la interrogante en sus ojos. “Sí, en la puerta de la Catedral –le dije–, se va el pobre y traspasa el sitio”. Reímos ese punto de humor negro, pero cuando todo esto pase, en el Xacobeo 21, mendigar será un puesto de trabajo cultural interesante.