Reseña Musical

“Romeo y Julieta”, ballet de Prokofiev, para la Banda Municipal

Ramón García Balado

Concierto dominical de la Banda Municipal en el Auditorio de Galicia-12´00 h-, con su titular Casiano Mouriño Maquiera, en el que la obra que toma mayor protagonismo es el ballet de Sergei Prokofiev “Romeo y Julieta”, en arreglo de J.de Meij, del que resultarán tiempos elegidos: “Introduction: The Montagues and Capulets”, “Tableau: The Streer awakens”, “Mornig dances”, “At Friars Laurenc´s”, “Departure of the Guest” (gavotte) y “The Montagues and capulets”, obra que estará acompañada por autores con los que ya estamos familiarizados como Alfred Reed o Jan Van der Roots y una marcha de gran aparato de Camille Saint-Saëns, “Orient et Occident Op. 25”, obra evidentemente circunstancial y de compromiso, dedicada a Monsieur Theodor Blais, buen amigo suyo en correrías oficiales. En medio aparece un encargo de la “Union Centrale des Baux Arts”, en el otoño de 1878, y la Exposición “World Fair in Paris”.

De Saint- Saëns estamos hechos a los poemas sinfónicos como “La Rueca de Onfalia” o la “Danza macabra”, por lo que todo viene rodado. La marcha, será una de las cuatro que componga y la edición posterior de David Whitewell, tendrá a bien añadir detalles de contribuyan a concederle un talante peculiar. J.Philip Sousa, maestro en el medio de la música para banda, contribuyó a su divulgación en los Estados Unidos, pero él mismo acabará orquestándola para una formación de mayores recursos. Una primera parte que recurre a las procedencias occidentales, al igual que la tercera, concede lugar a la segunda que despliega efectivos con ritmos más pausados y aromas moriscos, entre tambores címbalos y triángulos.

Prokofiev y el ballet “Romeo y Julieta”, un trabajo que una vez esbozado el libreto, se dedicó a componer la partitura para piano. Aún tratándose de él, lo realizó en un tiempo increíblemente corto, como cuando abordaba obras sobre las que se sentía profundamente inspirado, El segundo acto, quedó concluido el 22 de julio de 1935, el tercero al mes siguiente, y toda la partitura a comienzos de otoño. “Romeo y Julieta” representa un gigantesco paso hacia adelante en su evolución, tanto en lo dramático como en lo sinfónico. El fértil talento de Prokofiev, encontró un motivo profundo en la violenta agresividad entre Montescos y Capuletos y en la brutal oscuridad del ambiente medieval. Su “clasicismo” halló una salida vertiginosa en las danzas cortesanas exigidas por un ambiente aristocrático (Inclusive el uso de la “Gavotte” del siglo XVIII, de la “Sinfonía Clásica”- en forma más bien anacrónica-, prima en la escena del ballet en el Primer acto).

El estilo satírico tan magníficamente propuesto por el compositor a lo largo de su carrera, resultará adecuado para algunos de los papeles de carácter, tales como el de la “Nodriza”, mientras que su estilo “scherzo”, funcionaba muy bien en personajes volátiles como “Mercurio”. La mayor parte del ballet fue escrito en medio de la tranquilidad rural de Polenovo, un retiro campestre para el personal del Teatro Bolshoi, ubicado en el pueblo de Tarusa, sobre el río Oká. Vera Alpers, describió la situación: “la colonia es muy agradable es pintoresco y todos los habitantes tienen alguna vinculación con el Teatro Bolshoi.” Confirmar los episodios del ballet a medida que completaba uno por uno los cuadros, era la parte más importante del día a día de Prokofiev. El mismo comentará: No puedo encontrar mayor placer que el de poner una x al lado de un numero que ha quedado compuesto (una x negra si la música ha sido compuesta; una x roja cuando el número está compuesto y copiado). Había buenas razones para trabajar con rapidez, porque “Romeo y Julieta” estaría a tiempo para el estreno en el Bolshoi. El propio ballet, será obra a la par con el cuento sinfónico para niños “Pedro y el lobo”, la música incidental para varias producciones, entre las que aparecen las obras teatrales “Hamlet”, y el cine.

Alfred Reed, un valor fijo, contribuye con “The Hounds of Spring”, en su obertura, obra de 1980, dentro de su acostumbrada línea neoclásica que recurre a las fuentes más diversas y que con regular frecuencia han calado a fondo en las programaciones de la bandas de música, virtud ganada por su colaboración en la dirección en calidad de invitado de importantes orquestas, además de un reconocido arreglista con bastante oficio. Jan Van der Roots, no le va a la zaga y de su firma, “Puzsta four gipsy dances” (danzas gitanas) de 1987: “Andante moderato”, “Tranquilo”,”Allegro molto” y “Marcato”, un compositor belga que parece sacar buen partido para trabajos destinados a bandas de música y fanfarrias. Su formación le lleva al “Lemmensinstituut” de Lovaina (Bélgica) y los Conservatorios Reales de Gante y Amberes. Grabó para la prestigiosa “EMI Classics”, con obras de su propia firma y con la popular “Naxos”, de implantación internacional.