San Martiño

José Manuel García Iglesias

SI el mes de julio es el de Santiago, el de noviembre es el de San Martiño. Ourense está de fiesta y, con las tierras de su diócesis, todos aquellos lugares que, en Galicia, honran al santo de Tours, aquel que, como testimonio vivo de caridad, partió su capa con el pobre. Tiempos otoñales éstos que nos convocan a fraternales reuniones, en un momento como el actual, en el que los efectos de la pandemia, aún vigente, parecen remitir y todo parece invitar al reencuentro.

En Santiago de Compostela lleva el nombre de este santo nada más y nada menos que su monumento monacal más egregio: el de Pinario, lugar con esencias benedictinas en donde, hoy, la archidiócesis santiaguesa cuenta con su seminario, el archivo diocesano, una magnífica biblioteca y hasta una hospedería.

Allí también cabe visitar lo que ahora se denomina Espacio Cultural San Martín Pinario, con su monumental iglesia y una colección visitable, a modo de museo, aleccionador de lo que este sitio supone no solo en Santiago sino también en ese contexto de la peregrinación que, tantas cosas, justifica; se trata, en todo caso, de una visita imprescindible para quien viene hasta aquí.

Hoy, fiesta de San Martiño es un buen día para visitar la iglesia de Pinario. Quizás a la tarde, cuando la luz penetra por las ventanas del testero del templo y la imaginería de su retablo mayor, por buscado efecto planteado por Fernando de Casas, se observa a contraluz, como participando de un mundo sobrenatural, mostrándonos, en lo más alto, esa partición caritativa de una capa que tan bien habla de esta devoción, igualmente presente sobre el coro, en lo alto del edículo de la portada del antiguo monasterio y hasta en su Oratorio de San Felipe Neri, en brillante interpretación del tema realizada por Francisco Leiro.