Reseña Musical

Vertixe Sonora: “Placeres pecaminosos”, en las Xornadas de Música Contemporánea

Ramón García Balado

Vertixe Sonora se reafirmaban en las Xornadas de Música Contemporánea, como valor fijo en las que el curso anterior, dedicaron su compromiso a obras de Juan Hidalgo, Michel Agnes Magalhaes, Eduardo Partida, Catherine Kontz y Roberto Morán y un brindis por la colaboración mantenida durante años en el Departamento de Música del CGAG, con el T.A.C .de Diego Rodríguez, de la que sugeriríamos salvas por su recuperación. Tándem privilegiado que nos ofreció conciertos ampliamente imaginativos, a medias con otras exposiciones. Lagunas y ausencias de la que ambas agrupaciones pronunciarán su palabra definitiva ¿Volveremos a disfrutar que aquellas propuestas encarnadas en Música e Arte. Correspondencias Sonoras?

Diego García Rodríguez, estuvo como director de la Real Filharmonía de Galicia con el programa Contradicións con sesión de Conversando con...en la que la protagonista fue la compositora Raquel García Tomás, quien también hizo acto de presencia en la charla de la musicóloga Rosa Mª Fernández Elas fan ópera, por su peculiar espectáculo Je suis narcisssite, una coproducción del Teatro Real, el Teatro Español y el Lliure de Barcelona, en punto de equilibrio frente a Kaija Saariaho y Chaya Czernowin, entre directoras de escena como Marta Pazos, Lotte de Beer y Vera Nemirova. Diego, que rompió lanzas con el CDG con el brechtiano A Ópera de tres reais, con la música de Kurt Weill o con El loro de Carlos V, de Nani García, tuvo un programa equilibrado en su plantel: Obras, además de Sonic-Canvas, de Raquel García Tomás, Súbito con forza, de Unsuk Chin; Contradizione, for chamber orquestra, de Grazyna Bazewicz y Chamber dance, de Joan Tower. Diferentes culturas de generaciones distanciadas.

Un pecado de placer, resultaba el programa de estas intérpretes de Vertixe Sonora, en su línea evolutiva y artística, presenta credenciales en resumen: la poética de la iraní Forugh Farrojad (1935/67), tratada por cinco compositoras actuales en la pretensión de aferrarse a un encadenamiento de emociones compartidas tejiendo historias y sonoridades a través de un hilo de complicidad a tenor de los enfoques musicales y tratamientos estéticos. El mundo interior de las mujeres italianas del XIII, A.C., la poetisa de Locri Epizephyrii Nossis, los estereotipos tradicionales del mito de Lilith, en contraste con la simbología taoísta. La intimidad de los goces relacionados con la vivencia de la fisicidad y la rebeldía contra la opresión de siglos. Una insobornable necesidad de liberación vital, manifiesta en la serie de piezas elegidas para un concierto de especiales connotaciones sin equívocos que enmarcaban esta especie de pecado placentero que en su planteamiento propondrían la voz de Adriana Aranda, la oboísta Pilar Fontalba y la pianista Haruna Takebe con asistencia en los recursos electrónicos de Ángel Faraldo.

Intérpretes afines al grupo Vertixe Sonora quien sería responsable del encargo de cinco de las composiciones, a las que con reconocible apreciación se descubrirán argumentos de estéticas perceptibles. Alyssa Aska (Canadá), se afirmaría por Nossis, para voz, oboe y piano, un elogio a la belleza y el carácter espiritual de las deidades femeninas y un ensalzamiento del valor de la sonoridad. Partíamos de uno de los epigramas de Nossis, apreciada por Antíprato de Tesalónica (poeta epigramatista), influenciada por Safo, a través de un viaje a Mitilene y que para la compositora, a partir del texto elegido, los sonidos del piano y del oboe se extiende y transforman, amplificándose y situándose en un microcosmos de fonemas, de vocales y de consonantes del propio poema y que en vez de abordar la pieza como una especie de canción para voz e instrumentos de acompañamiento, consigue abordar una especie de canción para instrumentos de acompañamiento, en la que la poesía resuena y se amplifica como una voz antigua, en la que esa voz apunta a simas sobrecogedoras.

Lilith de Yulan Yu (China) observaba connotaciones demoníacas sugeridas por la figura de la mitología judía, pero que en el salto a la filosofía del taoísmo, se confirma musicalmente en esa oposición de equilibrio necesario entre el ying y el yang, dentro de lo que resulta un círculo perfecto, desde la claridad a la oscuridad, simbolizando el ying lo oculto, lo secreto y lo desconocido, que en lo sonoro traslucen un piano amplificado apoyado por el soporte complementario articulado desde la mesa de mezclas. Una sensación de extrañeza sensible y una elasticidad que contribuye ostensiblemente a ese juego de experiencias trazadas entre sonidos convencionales y armonías cuasi-tonales.

Manuela Guerra (Italia)-, en una pieza innominada para voz, piano y electrónica, no menos plena de entresijos adivinatorios para el oyente y que encuentra puntos de enlace con La peaux douce, de Carolina Cerezo (España) para oboe amplificado, cinta y cuatro resonadores tomados de diferentes materiales, en la que el oboe manifiesta el aliento y las texturas del tacto, representando el comportamiento de una manera de ritual íntimo, al que contribuyen una serie de objetos específicos a la búsqueda de un espacio escénico/sonoro. Reclamo en su transcurso a esa permanente conexión del cuerpo en su fisicidad frente a otras dimensiones en un estímulo en el que se reflejan las distintas piezas sonoras.

Eda Er (Turquía), Lo que algunos chaman virtud, otros llaman pecado, el quicio del ensamblaje, en un juego de pareceres entre oboe, piano, soporte añadido y vídeo, como telón de fondo. La poética cual reclamo de Forugh Farrojad (1935/67), un ejercicio de empatía que por confesión propia, mientras componía la pieza, Eda Ter, tentaba establecer una fuerza motriz entre lo narrativo y esa constante fisicidad, en el empleo de timbres y símbolos visuales ciertamente distintivos en beneficio de un énfasis a la búsqueda de la aprobación de quien acepte la situación de perceptor del resultado artístico, seña de identidad de una indagación a cuatro bandas: Adriana Aranda, Pilar Fontalba, Haruna Takebe y Ángel Faraldo.