Vivir la ley en el corazón

Firmas
José Fernández Lago

LAS PERSONAS estamos habituadas a guardar unas normas de convivencia, entre las cuales se incluyen las leyes del tráfico. Uno de los principios fundamentales es que el derecho propio termina donde comienza el de otra persona. Otra norma fundamental es que no debemos hacer a los demás lo que no queremos para nosotros. Además de estas normas de convivencia, hay otras que se refieren a los mandatos divinos, y que, de ordinario, nos los han transmitidos nuestros padres. Llevarlos a la práctica es algo bueno para todos, entre otras cosas para que haya paz.

La 1ª lectura de esta tarde y de mañana, del libro de la Sabiduría de Sírach o Eclesiástico, manifiesta que la sabiduría de Dios es inmensa: que Él ve todo lo que hace el hombre, y que no deja impunes a quienes no cumplen su voluntad. El hombre ha de saber que el cumplimiento de la voluntad divina conduce a la felicidad y a la vida, mientras que el quebrantar los mandatos divinos conduce a la muerte. Por eso el Salmo de esta celebración dice que son dichosos los que caminan en la voluntad del Señor.

Afirma San Pablo que él y sus compañeros enseñan una Sabiduría divina, misteriosa, escondida a los príncipes de este mundo. Estos no la han conocido: de lo contrario, no hubieran llevado a la cruz al Señor de la Gloria. Esa Sabiduría, se la revela el Señor a los que lo aman, por medio del Espíritu Santo, que lo penetra todo, hasta las profundidades de Dios.

El Evangelio de San Mateo recoge palabras de Jesús, según las cuales él no ha venido a este mundo a abolir la Ley Mosaica sino a darle plenitud. Dice Jesús que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse una “yod” o tilde de la Ley. Jesús señala los mandamientos, como el “no matarás”, añadiendo que incluye la actitud interior de no odiar al hermano; señala otras prohibiciones, pero va más allá, incluyendo el rechazo a los deseos de llevar a la práctica lo que prohíbe la Ley...