Quieto todo el mundo

Foto Síntesis
El Correo Gallego
Huecos de los disparos de los golpistas del 23-F en el techo del Congreso. Foto: E.P.

Ojalá sólo fuesen un fenómeno paranormal más, como las caras de Bélmez, que apareciesen y desapareciesen sin explicación alguna –lo que sería la metáfora certera de algunos políticos que pasaron por allí sin pena ni gloria, siempre pensando en las musarañas–, pero las señales de los disparos de los militares en el Parlamento español, aunque irracionales, son tan reales como la tendencia de este pueblo a olvidarse de ellas. Pero por esos huecos siniestros, si no se les presta la debida atención y se enseña su historia, también se cuelan las ideas de los bárbaros que los provocaron, metralleta en mano, encarnados 40 años después en señores de corbata desarmados que aspiran a sentarse en los escaños.