Los ecos mediáticos

Firmas
Alfonso Villagómez

El que fue director de El País, Joaquin Estefanía, escribía esta semana que el enfrentamiento político en la estrategia de crispación del discurso parlamentario es un eco de propuestas mediáticas. La pasada semana se confirmó con el bochornoso espectáculo que tuvo lugar en el Congreso de los Diputados. La Carrera de San Jerónimo exhalaba un aire irrespirable para los pocos paseantes que se acercaban por el edificio capitalino de los leones.

¿A quién interesa crispar? El Partido Popular alimenta la crispación, y no sabe lo que hace por boca de Álvarez de Toledo o Egea; el Gobierno resiste y el resto de la oposición apenas existe con la singularidad de Vox.

A quienes menos interesa es a los ciudadanos que sobrevivimos a la pandemia. Quizá algún periódico o cierta radio ve mejorada su cuenta de resultados en este clima, y lo alientan así desde los micrófonos y las redacciones, al calor del enfrentamiento cotidiano en los salones parlamentarios y el ruido de cacerolas en la calle; fenómeno que exige un tratamiento aparte, pero que revela también su inclusión en la crispación existente.

No está la democracia en peligro, lo que corre riesgo es la forma de expresión del virus en nuestra democracia, y que venía de muy atrás. Ahora se cumplen dos años de su incubación, por medio de una censura que no se atisbó en los laboratorios del poder.

Las células afectadas no encajaron al nuevo patógeno que, sin embargo, había acreditado gran resistencia, incluso en los medios amigos más hostiles. Ha resistido sin presupuestos y lo seguirá haciendo por más que se le crispe todas las mañanas, tardes y noches, es resilente a esos ecos mediáticos.