‘Ángeles conductores’: decenas de voluntarios transportan a los refugiados desde la frontera

En solo 24 horas ya se duplica la cifra de desplazados, que llega a 368.000 // Filas de hasta 40 kilómetros con mujeres y niños
Guerra en Ucrania
Miguel Ángel Gayo
estación de tren de przemysl (polonia). Refugiados. Foto: Efe / Darek Delmanowiz

Decenas de conductores solidarios, muchos de los cuáles son inmigrantes, acuden diariamente a la frontera polaco-ucraniana para transportar a los miles de refugiados que llegan cada día y llevarlos dónde deseen. Llegan desde todos los rincones de Polonia y también desde otros países europeos, ofreciendo sus vehículos y, a veces, hasta sus hogares. Ya les apodan como los ‘ángeles conductores’.

Su labor es fundamental en un conflicto en el que las personas no dejan de padecer y, cada vez son más, las que no ven otra alternativa que no sea la huida de su país de origen, el que las vió nacer. Así, las cifras de refugiados no dejan de crecer.

Las autoridades ucranianas informaron este domingo a primera hora de la tarde de que ya eran 368.000 los desplazados como consecuencia de la invasión rusa (el doble que en las 24 horas previas). Son cifras aportadas por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados.

HISTORIAS DE UNA TRAGEDIA. Allí donde los ‘ángeles conductores’ desarrollan su voluntariado, en la frontera, un portavoz de ACNUR, Chris Meizer, explicó que hay cientos de vehículos esperando a cruzar hacia Polonia y una fila de hasta 40 kilómetros con “gente refugiada que busca seguridad en Polonia”, en su gran mayoría niños y mujeres. Pues cabe recordar que los hombres de 18 a 55 años ya han sido reclutados para formar parte del ejército y combatir en el conflicto, por lo que muchos acompañan a sus esposas e hijos hasta la frontera y se regresan.

Allí toman alguno de los vehículos disponibles, como el de Rafael, un berlinés de 32 años, que llegó este domingo con una amigo a la estación de tren polaca de Przemysl (sur), convertida en uno de los principales puntos de llegada para los refugiados.

Ellos y los demás conductores se alinean en el andén de la estación. Rafael sostiene un cartel con el nombre de su lugar de origen escrito en ucraniano, el número de plazas libres en su vehículo y, a veces, el ofrecimiento de un lugar para dormir. “Cuando nos enteramos de la situación supimor que iba a ser terrible, que las cosas se iban a desmoronar muy rápido y había que hacer algo urgentemente”.

Su reacción fue similar a la de los demás conductores llegados de Polonia, República Checa y Eslovaquia, repitiendo viajes varias veces. Es el caso de Jacek, un ucraniano que vive en Polonia desde hace años y que dice haber transportado ya a más de veinte personas en dos días.

“Les transporto hasta Bielso-Biala (sur), donde hay un albergue temporal para ellos con alojamiento y comida”, cuanta a Efe con una voz ronca por la noche en vela. Antes de estallar el conflicto, más de un millón de ucranianos como Jacek vivían en Polonia, y el Gobierno polaco anunció estar dispuesto a acoger y dar trabajo a un millón de personas más de ese país, con el que comparte una afinidad histórica y cultural. Pero las cifras esperadas son mucho mayores: de entre cuatro a cinco millones.