Los halcones frenan el plan con el que la UE busca su recuperación tras el covid

Austria augura largas negociaciones pese a la petición de Alemania de alcanzar el consenso cuanto antes
Estado de alarma
lorenzo fernándezSantiago
Un hombre pasa con su bicicleta ante la sede de la Comisión Europea en Bruselas, sobre cuya fachada cuelga un enorme cartel en el que se hace referencia al Plan de Recuperación de la Unión Europea. Foto: Olivier Hoslet/Efe

Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE concluyeron ayer su reunión telemática sin avances sobre el diseño del futuro plan de recuperación económica tras la pandemia del coronavirus, tal y como era previsible, y se citaron para una nueva reunión a “mediados de julio” que, si es posible, será presencial en Bruselas, y en la que intentarán llegar finalmente a un acuerdo.

En una rueda de prensa tras cuatro horas de cumbre telemática, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, explicó que, aunque hay un “consenso emergente” sobre algunas cuestiones, todavía hay “dificultades” en otros puntos sobre los que deben trabajar, según informa Europa Press.

“Tenemos la intención de mantener una cumbre presencial a mediados de julio en Bruselas”, señaló el exprimer ministro belga, que será el encargado de poner una nueva propuesta sobre la mesa, tanto para el presupuesto de la UE de los próximos siete años como para el fondo de reconstrucción con el que contrarrestar los efectos de la crisis sanitaria del covid-19.

Este primer debate sobre el plan de recuperación sirvió para que cada capital expresara sus ideas acerca del planteamiento de la Comisión Europea, que sugiere un fondo de 750.000 millones de euros compuesto principalmente por transferencias directas y que se suma a un Marco Financiero Plurianual (MFF) para el período 2021-2027 de un total de 1,1 billones de euros.

El intercambio de opiniones dejó abiertas las cuestiones que ya estaban por resolver cuando empezó la reunión. En particular, el tamaño final de dicho fondo, su duración, la proporción de transferencias y préstamos, la clave de reparto de las ayudas, la condicionalidad que llevarán aparejada y el futuro de las reducciones de las contribuciones de los países más ricos al presupuesto comunitario.

“Los puentes que tenemos que construir todavía son grandes”, resumió la canciller alemana, Angela Merkel, en declaraciones recogidas por la agencia DPA.

El presidente del Consejo, por su parte, destacó que en los próximos días los Estados miembros tendrán que “trabajar activamente” en los temas “difíciles” para solventarlos.

Así, Michel preparará una nueva propuesta en la que intentará dar cabida a todas las opiniones expresadas por los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, que se reunirán de nuevo en julio para intentar lograr un acuerdo.

Aunque el belga no supo precisar la fecha de dicho encuentro, sí que confirmó que tendrá formato presencial en Bruselas si lo permiten las medidas sanitarias, con la intención de facilitar el consenso.

Será una nueva oportunidad para acercar a Países Bajos, Suecia, Dinamarca o Austria, por un lado, y Francia, Alemania, España o Italia y el resto, por otra parte.

Los primeros abogan por reducir el tamaño total del fondo, aumentar el peso de los préstamos frente a las subvenciones y limitar la duración del plan extraordinario de recuperación. París, Madrid o Roma ven con buenos ojos la propuesta de Bruselas, sobre la que tampoco tiene grandes críticas Berlín.

Los países del Norte reclaman también que se mantengan las reducciones a sus aportaciones anuales al presupuesto de la UE, mecanismos de corrección que se les aplican desde hace años, pero que Bruselas quería eliminar gradualmente aprovechando la salida del Reino Unido del club comunitario.

Mantener estas reducciones y endurecer las condiciones para acceder a estos fondos podrían perfilarse como soluciones de compromiso para que los llamados cuatro frugales o halcones no impongan recortes al tamaño del fondo y éste mantenga una proporción más elevada a favor de las transferencias directas a los países.

Otra cuestión que queda abierta es la clave de reparto de las ayudas, que algunos estados quieren modificar para adecuarla más al impacto de la pandemia, en lugar de tener en cuenta, por ejemplo, los datos de desempleo entre 2015 y 2019.

Sobre esta cuestión, la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, explicó que calcular los sobres nacionales utilizando otros datos, como las previsiones económicas para este año, no supondría grandes cambios en el reparto, puesto que los países más afectados en esta crisis son también los que tenían peores indicadores antes de la misma.

la UE “debe ahora invertir y hacer reformas para salir de la crisis”. El fondo de reconstrucción, ha continuado, está pensado para “apoyar que la recuperación de Europa sea resiliente, sostenible y digital”: “En otras palabras, ayudará a Europa a modernizarse”

Según el criterio de Bruselas, a España le corresponderían unos 140.000 millones, de los cuales 77.000 llegarían en forma de subsidios no reembolsables. El Gobierno cree, no obstante, que acercar más el reparto al efecto del coronavirus no perjudicaría a España.

En cualquier caso, la alemana recordó que es “esencial” no “perder tiempo” para poner en marcha el fondo anticrisis, al tiempo que destacó que la “gravedad” de la crisis justifica una respuesta “común y ambiciosa que combine solidaridad, inversiones y reformas”.

Su compatriota Merkel insistió en que “necesitamos un acuerdo rápido; la presidenta del BCE, Christine Lagarde, nos ha recordado que estamos ante la crisis económica más grande de la historia de la UE y hay que actuar pronto.

Frente a esta urgencia en llegar a un acuerdo por parte de algunos, el Gobierno austríaco enfrió los ánimos al asegurar que la cumbre de ayer es sólo “el comenzo de una larga negociación”, e hizo hincapié en reclamar que el plan se base en créditos y no subvenciones, claramente limitados en el tiempo”.

“Tenemos una responsabilidad hacia nuestros contribuyentes y, por eso, rechazamos que se cree por la puerta de atrás una unión de deuda”, afirmó el canciller federal austríaco, Sebastian Kurz.

Austria, Holanda, Dinamarca y Suecia son los más críticos.