Abolida la tradición centenaria de derribar la tapia pétrea que sellaba la Puerta Santa

El motivo sería preservar del polvo los recién restaurados interiores de la Catedral // Tampoco se habría encargado un nuevo martillo de plata, como era costumbre, para la ceremonia de apertura
Redacción ECG
Monseñor Julián Barrio en la apertura de la Puerta Santa el 31 de diciembre de 2009. A la derecha, el ceremoniero de entonces le facilitaba el martillo de plata para derribar el muro

El Cabildo ha decidido abolir la tradición centenaria de derribar el muro pétreo que sellaba la Puerta Santa en cada ceremonia de apertura. Últimamente se trataba de una pared de piedras superpuestas que se levantaba horas antes del acto y que recordaba la tapia que antiguamente (hasta 1999) se construía al acabar un Año Santo y que permanecía fijada y precintando el pórtico hasta el día de la inauguración del siguiente jubileo, como recuerda un reconocido historiador compostelano.

En las últimas ediciones, la estructura era provisional y se derribaba después de que el arzobispo abría desde fuera con la llave las dos hojas de bronce. A continuación golpeaba simbólicamente la pared con un martillo de plata, mientras que un equipo de operarios ayudaba desde el interior a derribarla por completo y luego a retirar los escombros. A continuación, el prelado atravesaba la Puerta Santa (se remonta al primer cuarto del siglo XVI, posterior a la de Roma) portando la cruz arzobispal, convirtiéndose en el primer peregrino en cruzar este acceso tan significativo de la Catedral de Santiago. Le seguían las comitivas eclesiástica y civil, encabezada por el delegado regio, y luego los fieles, de los que algunos recogían fragmentos de la tapia como recuerdo o incluso para engarzarlos en joyas.

Según pudo saber este periódico, la supresión de esta antigua tradición tendría como objetivo no dañar los interiores de la seo metropolitana con el polvo que generaba el acto después de la minuciosa restauración a la que acaba de ser sometida la Capilla Mayor, la girola y sus capillas, así como las naves principales.

En este contexto, fuentes del gremio de plateros de Santiago consultadas por este periódico señalaron que el Cabildo no ha encargado en esta ocasión el emblemático martillo de plata con el que se derribaba la tapia de piedra al orfebre que realizó los últimos cuatro ejemplares.

Y es que era costumbre que en cada inauguración del Año Santo se estrenase una herramienta nueva, que tradicionalmente la Catedral regalaba luego al canónigo prefecto de ceremonias. Aunque el último, moldeado por el reconocido orfebre compostelano Fernando Mayer, se encuentra actualmente en el Museo de la Basílica tras haberlo donado el anterior ceremoniero, Juan Filgueiras, ya fallecido.

ROMA. No solo la Puerta Santa de Santiago contaba con una tapia sellándola permanentemente, excepto en los jubileos. Desde 1500 y hasta 1975 la Puerta Santa de las cuatro basílicas mayores de Roma estaba cerrada en el exterior por un muro y no por una puerta. Por tanto, en el momento de la apertura no se abrían las hojas, sino que se derribaba un tapia: el papa tiraba una parte y los albañiles completaban el trabajo de demolición. Sigue vivo aún el recuerdo y la aprensión causada por los escombros que cayeron a pocos centímetros del papa Pablo VI cuando abrió la Puerta Santa en la noche de Navidad de 1974.

El papa, ya en la Navidad de 1499 usó el martillo para golpear tres veces contra el muro que cerraba la Puerta Santa. Al inicio se usaba el martillo de los albañiles y los golpes que daba el pontífice no eran simbólicos, pero casi inmediatamente el martillo se convirtió en un objeto artístico y precioso. En 1525 el martillo usado era de oro; y en 1575, de plata dorada con mango de ébano.