Acogida temporal: ¿cómo hacerme cargo de un menor en desamparo?

‘Familias Acolledoras’ es el programa impulsado por la Xunta y gestionado por Cruz Roja para brindar un hogar a niños y adolescentes en situación de guarda y tutela que no pueden residir en el suyo por distintas dificultades
Laura Gestal
De izqda. a dcha. y de arriba abajo, las técnicas del programa en las oficinas de Cruz Roja: Nerea Costa, Alicia Prego, Marta Pintos y Sabela Muíño. Foto: ECG

En 2020 había 1.921 menores en situación de tutela y 650 en situación de guarda en Galicia, según el informe Estadística de protección de menores. Son niños y adolescentes que acabaron bajo el cuidado de la administración autonómica porque sus familias no pudieron hacerse cargo de ellos por circunstancias personales o sociales graves. En este caso, es la Consellería de Política Social quien asume la tutela de los jóvenes desprotegidos cuando estos viven situaciones de abandono, de maltrato físico o psicológico, de abusos sexuales, de inducción en formas de delincuencia, de trastorno mental grave de los padres o de falta de escolarización, entre otras causas.

Cuando se da alguno de estos supuestos, queda suspendida la patria potestad de los padres o tutores legales, imposibilitados para ejercer las funciones de guarda del menor o en situación de ejercerlas con peligro grave, según el artículo 172.2 del Código Civil. En consecuencia, la administración asume la tutela del menor, que lleva implícita la guarda; es decir, el cobijo. En cambio, no tiene por qué darse una situación de desamparo directo de los tutores legales para que esto ocurra. Las familias que no puedan cuidar del menor por circunstancias graves, podrán solicitar a la Xunta que asuma su guarda durante el tiempo necesario, siempre y cuando así lo acuerde un juez.

La guarda asumida por la administración, sea como función inherente a la tutela, por petición de los padres o por resolución judicial, se ejerce mediante dos tipos de acogimiento: el residencial, en un centro de menores; y el familiar, en la familia extensa del menor (abuelos, tíos, hermanos...) o bien en familias ajenas, sin un vínculo de sangre, que se comprometen a integrar al menor en una vida que complementa, temporalmente, la que tenía con su familia biológica. Este matiz es importante para entender las claves del programa Familias Acolledoras, que organiza la Xunta de Galicia (financiador) y que se gestiona desde Cruz Roja en Santiago.

Una de las cuatro técnicas del programa, la psicóloga Sabela Muíño, explica que la ONG “hace de puente entre las familias de acogida y la administración”. Por lo tanto, son otras organizaciones las que se encargan de trabajar con las familias de origen.

Bajo el lema Todos los niños y niñas tienen derecho a vivir en familia, Cruz Roja busca acogedores −personas, matrimonios o parejas de hecho− con la voluntad de hacerse cargo de los cuidados básicos de uno o de varios menores (educación, alimento, seguridad...), así como de su estabilidad emocional.

Los criterios para determinar la capacidad de constituirse en familia de acogida están basados en la motivación y en la estabilidad personal, económica y social de las personas que se ofrecen para dicha tarea. En todo caso, no debe confundirse el acogimiento con la adopción. Este método siempre es temporal y no rompe los vínculos del menor con su familia de origen; al contrario, la familia acogedora debe colaborar para que se fortalezcan.

La psicóloga Sabela Muíño incide en que cualquier persona que tenga inquietud por el programa, y que tenga voluntad altruista, “se acerque a Cruz Roja en Santiago y pregunte, que venga a la entrevista informativa sin ningún tipo de compromiso”.

Se necesitan familias para estos menores porque, de las 550 que contactaron con la ONG en 2021 en toda Galicia, solo 18 han pasado a la red de familias. Es decir, solo el 6,9 % de los interesados han decidido seguir en el programa tras la entrevista informativa.

Este periódico ha hablado con dos familias de acogida, pero, al tratarse de un tema delicado, no se mencionarán detalles de los casos de cada menor. No obstante, sí podemos hablar de la experiencia de los acogedores con la crianza.

familia monomarental y UN matrimonio.

Nos citamos en la delegación de Cruz Roja en Santiago con Mari y con la pareja formada por Nacho y Miguel. Ella empieza aclarando que no son madres ni padres de acogida, puesto que todos los menores tienen su padre y su madre: “Non está ben dicir que son a nai de acollida porque non é o rol que asumo”, confiesa. En armonía, Miguel y Nacho explican: “Para nós é coma se fora un sobriño do que tes facerte cargo de repente. Non tes esa presión de que é teu fillo, pero tes unha responsabilidade sobre o seu coidado”.

A nivel afectivo, dice la pareja, la relación “empeza con moita intención pero con pouco substrato”. Sostienen que, a medida que pasa el tiempo, “vai aparecendo un pegamento e non sabes moi ven como nin por onde”.

“o acollemento ten certa tensión porque hai límites que marcan a relación. É duro porque colles tal confianza e cariño que, aínda que sexas consciente, esquécelo”, dice Mari.

Ella acoge por segunda vez a un chico de 17 años. Los tuvo a él y a su hermano cuatro meses. Luego, volvieron con su familia de origen pero, el menor que acoge hoy, tuvo que separarse y optó por volver con ella. Sin embargo, la idea del adolescente es regresar a casa cuando cumpla 18 años. Lleva tres años con Mari desde este último acogimiento, que empezó en 2015: “Con el foi retomalo onde o deixaramos, aínda que a idade é moi diferente”, menciona.

“É moi duro cando marchan”. “A primeira vez, chorei moitísimo”, sostiene. La psicóloga interviene y aclara que, en la primera entrevista con los acogedores, se trabaja el apego: “Dejamos claro que el acogimiento es una medida temporal, no va a ser tu hijo, no es para siempre”.

Además, explica qué emociones afloran en el momento de la despedida. “Te has encariñado de un niño que ha convivido contigo, pero sabes que, si se va, es porque le espera una situación mejor. Bien porque va a ser dado en adopción, con unos padres de pleno derecho, o bien porque ha vuelto a su casa y su familia de origen va a ser capaz de darle aquello que le faltó en su momento”, explica la experta. “El volver es una idea que siempre tienen presente”, asevera la psicóloga de la Cruz Roja de Santiago.