DANZA. Muchas academias ofrecen cursos de baile intensivos de cara a una boda, procesos de aprendizaje llenos de penurias y triunfos en los que las inexpertas parejas se preparan para ser capaces de alzarse a la altura de las expectativas en su día más esperado TEXTO Pablo Baamonde

Alerta, boda: de patos mareados a reyes de la pista en el baile de nupcias

Pablo Baamonde
EL GRAN FINAL. La auténtica recompensa tras un duro entrenamiento. Foto: A. L.

Hazte una pregunta: ¿sueles bailar cuando asistes a una boda?

Si tu respuesta es negativa, seguramente ello denota un terror primordial ante la idea de lucirte en la pista. No te preocupes, es normal. Como si alguien quisiera hacer el ridículo frente a un completísimo abanico de familiares y amigos cercanos... Y, como dicen, nadie nace aprendido, así que ¿qué esperan? La danza es algo muy complicado y difícil de dominar si no se conoce de antemano. ¿Tus piernas se entrecruzan y te desobedecen? ¿Las caderas te tiemblan como mantequilla? ¿Padeces de sordera musical crónica?

Si te identificas con al menos uno de estos supuestos, mantén la calma: no estás solo. Para sentirte mejor, puedes consolarte pensando que se torna peor en el caso de las parejas que van a casarse, pues estas suelen verse obligadas a aprender a bailar en tiempo récord si pretenden cumplir con el calendario designado. Y, comprensiblemente, muchas optan por dejar esta tarea en manos de profesionales, recurriendo a los cursillos intensivos que ofrecen algunas academias. Estos se componen de un número de sesiones privadas para la pareja en las que se perfeccionan cada paso y cada giro que darán sobre el escenario al que se subirán una vez llegado el gran día.

Sin embargo, y como siempre acaban descubriendo los aprendices, dominar el baile de cara a una ocasión específica es una tarea que requiere grandes dosis de aplomo y determinación, digna de auténticos campeones. En la mayoría de ocasiones, tal encomienda requiere hacer frente a los demonios propios y romper varios tabúes para llegar a situarse uno, de forma voluntaria, en una posición muy vulnerable. Son habituales las historias, siempre en tono de mofa, que hablan del hazmerreír de turno que no dudó en darlo todo en la fiesta post-boda, esgrimiendo absurdos movimientos para el disfrute de sus decenas de espectadores. Quizás temas que algo como eso pueda sucederte a ti, mas no debe esta idea amedrentarte, ¡todo lo contrario! Como dicen, las leyendas surgen de las hazañas, y supone todo un hito plantar cara al miedo, coger de la mano a tu media naranja y, juntos, abrazar el foco de la atención durante unos minutos que por siempre quedarán grabados en piedra.

Así que ten algo bien claro: tu pareja y tú también podéis hacerlo. Prestad buena atención, porque puede que no os caséis este mes, o este año, pero lo haréis. Y, entonces, agradeceréis estar preparados para la que se os viene encima.