Clase magistral

Firmas
Santiago Flores Fernández

“CON LAS OTRAS ASIGNATURAS aún vas tirando, pero aprobar la de Carro cuesta un huevo”

Quien de forma tan expresiva hablaba era un estudiante de Enfermería y yo, después de oírlo, recuerdo haber marchado para mi casa preguntándome quién sería ese tal Carro y cuál la asignatura que tan exótico precio exigía por dejarse aprobar.

Unos meses después salí de dudas.

El doctor D. José Ignacio Carro Otero fue, además de otras muchas cosas, profesor en la Escuela de Enfermería de Santiago impartiendo la asignatura de Historia de la Profesión. Y quien esto escribe es uno de sus alumnos en la última promoción de Ayudantes Técnico Sanitarios (años 1976-1979).

Es verdad que era un profesor exigente. Si en los exámenes conseguías poner de pe a pa lo mucho que explicaba, aprobabas con un cinco pelón. Y para obtener mejor nota, debías encerrarte en la biblioteca de la Facultad de Medicina (en aquellos tiempos Enfermería se impartía allí) y pasarte mucho tiempo ampliando conocimientos a fuerza de consultar libros de Antropología Forense y de Historia de la Medicina en la Prehistoria, antigua Grecia, Egipto, Mesopotamia, Roma, Edad Media...

También era muy estricto con los horarios. No permitía que nadie llegase tarde al aula y a él, durante sus charlas, nunca le sobraba ni faltaba un minuto.

Pero asistir a las clases del doctor Carro era una delicia porque te cautivaba con su sabiduría, su elocuencia y su personalidad.

Siempre enfundado en su impoluta bata blanca, se paseaba ante el encerado tiza en mano como un perfecto director de orquesta explicando cosas la mar de sugerentes y divertidas con las que nos animaban a estudiar.

Aún recuerdo con placer la clase magistral que impartió una tarde hablándonos de Florence Nightingale, la primera enfermera profesional moderna. Había preparado tan bien el tema y fue tal el énfasis que puso en su disertación, que muchos salimos del aula enamorados para siempre de tan ilustre colega inglesa.

Por eso ahora, cuando el próximo día veintitrés van ya a cumplirse seis meses desde que el doctor Carro nos dejó para siempre, quiero recordar y reivindicar la figura de este ilustre compostelano que tanto quería a su ciudad y tanto sabía de su Catedral.

¿Para cuándo una calle con su nombre?

Y también, cómo no, deseo agradecerle el seis que me puso como nota al final de curso y, sobre todo, el cariño a la Enfermería que me supo trasmitir.

Gracias, profesor