Comercio local: demasiado online y poco turista en un casco viejo ‘muerto’

Una zona histórica medio abandonada y envejecida, juventud que no consume productos de proximidad y dependencia del turismo: el escaparate de las tiendas de barrio en Santiago
Economía
ECG Redacción
La alimentación también ha acusado el cierre de la hostelería. Foto: ECG

“Se está hablando mucho de la situación de la hostelería pero poco de la situación del comercio local”. Esta frase la pronunció hace unas semanas el gerente de Compostela Monumental, José Ángel Blanco. La situación es mala, sin rodeos. En Compostela este año hay menos turistas y también menos estudiantes, debido a las clases semipresenciales, dos motores económicos en Compostela. La hostelería está de capa caída y, a eso, hay que sumar que la economía navega por aguas revueltas para todos.

Tres años lleva Mari Couto en Fábrika Fan, una tienda en la que hay ropa, libros, colonias... “Esto es una concept store que ofrece algo diferente”, explica Mari. Su apuesta triunfó. “Nos iba espectacularmente bien: venía gente de Santiago en invierno y turistas en verano”, explica. Ahora, sin turistas, los vecinos de Santiago les comentan que la economía no les da sea porque están en ERTE o porque sus negocios también van mal. “Nosotras estamos subsistiendo pero estamos teniendo pérdidas. Ahora a ver si tiramos con la Navidad”, explica. De momento, su puerta sigue abierta. Esa mañana un par de clientes echaban una ojeada. Todas las esperanzas están puestas en esta Navidad, la época por excelencia de los regalos.

MODA. Catorce años han pasado desde que las hermanas Brocos abrieron su primera tienda en Compostela, del mismo nombre, D’Brokos, al lado de la Alameda. Siete años después, llegaría el segundo local, La Bella Otero, en la Caldeirería. Es el proyecto empresarial de dos mujeres dedicadas al sector de la moda toda la vida, y que ahora intentar seguir adelante. “Soy optimista, parece que la gente se está dando cuenta de que hay que comprar en el pequeño comercio aunque se nota mucho la falta del turismo”, explica Loli Brocos.

Pese a todo, es otra de las comerciantes que señala a la juventud para pedir que consuman productos de las tiendas de barrio. “Solo nos falta que la juventud deje de comprar en Amazon y compre en el pequeño comercio. Vais a tener que pedirle trabajo a Amazon”, afirma entre risas en referencia a los jóvenes que dejan su currículum en su tienda. Su modelo de negocio es, también, el de ofrecer algo diferente. En su caso, productos de calidad con certificado español y europeo de marcas que no se encuentran en otros comercios.

Loli también alerta de otro de los grandes problemas del sector de la moda: el consumo rápido y constante. En este sentido, habla de ropa de usar y tirar que acelera la contaminación medioambiental. “No se necesita tanta ropa, es mejor comprar algo bueno y más duradero. Obviamente va a ser algo más caro, pero te va a durar mucho más”, insiste esta comerciante.

No muy lejos de allí, en Casas Reais, desde el mostrador de Ruliña Moda repiten la frase que más se está escuchando últimamente en muchos sectores: vamos tirando. La falta del turismo también les ha afectado aunque su principal cliente es el público de más edad de zona vieja.

ALIMENTACIÓN. Lidia Gallardo empezó a trabajar en A tenda de Iglesias justo cuando empezó la pandemia sanitaria. Durante los meses de confinamiento, las ventas marcharon a un ritmo relativamente bueno teniendo en cuenta que la gente intentaba comprar en los comercios más cercanos, tal y como se recomendaba. Después, llegó el bajón. “Nunca estivo tan mal a cousa nos tres anos que leva a tenda aberta. Se non había moitos turistas, había estudantes e, senón, os veciños. Agora nada”, afirman Lidia y su compañero, quien lleva en el local desde el primer momento: “No verán os ingresos baixaron un 50 %”.

Otro problema surgido para las tiendas de alimentación fue el cierre de la hostelería, algo que también ha dejado grandes caídas en mercados como el de la Praza de Abastos. Con los restaurantes cerrados durante semanas y, posteriormente, abiertos a medio gas ante la poca clientela, las ventas de alimentación sufren el efecto mariposa.

Todos los comerciantes coinciden en algunos aspectos. El primero es que ellos deben ofrecer productos de calidad y diferenciarse, hacer que su negocio sea atractivo. Pero también los vecinos tienen que apoyar a su comercio, elegir la proximidad, hacer barrio. Y las instituciones públicas deben invertir en la joya histórica de Compostela.