Clara Rosón y José Manuel Trigo hacen todo tipo de ‘malabares’ para evitar grandes subidas en la factura, desde fregar los platos a mano a poner la lavadora de noche, pero el ‘rejón’ está asegurado // Su vida es ahora aún más complicada TEXTO Paloma Campos Gil

¿Cómo afronta una familia de diez hijos el tarifazo eléctrico?

Paloma Campos
FAmilia. Los padres junto a seis de sus hijos y la niña que tienen en acogida, las pasadas navidades. Foto: ECG

Clara Rosón y José Manuel Trigo, residentes en Santiago y padres de una familia de diez hijos, siete chicas y tres chicos, han visto su vida ponerse patas arriba con la llegada de tarifa 2.OTD. “Hemos pasado a planchar, poner la lavadora y la secadora a las 00.00 horas. Si las ponemos a mediodía el precio es el doble”. Actualmente conviven junto a seis de sus hijos, enumerados de menor a mayor, empezando por Laia, a la que han acogido durante un tiempo, y siguiendo por Pablo, Inés, Catalina, Elena y Alejandro. El resto de las hermanas y el hermano que completan la postal navideña, Susana, María, José, Patricia y Clara, se encuentran viviendo en el extranjero y en Madrid.

La unidad familiar de Clara y José Manuel se considera “afortunada”, ya que sus electrodomésticos no hacen excesivo ruido, por lo que no despiertan a la más pequeña, ni a los otros que estudian o trabajan. Además, afirman que por suerte no tienen vecinos a los que les incomode, pero que adaptarse a los horarios propuestos, que ya de por sí resultan insostenibles, puede convertir la convivencia en un serio problema con seis niños en casa.

El horario noctámbulo les limita enormemente a la hora de llevar a cabo sus actividades diarias, y llegan a perder hasta una hora de sueño. “Viviendo en Galicia, utilizar la secadora es imprescindible, sobre todo en invierno, cuando la ropa puede estropearse al dejarla durante mucho tiempo”. En consecuencia, como afirma el padre, cuando llegue el frío tendrán que ponerse un despertador, levantarse, sacar la ropa y volver a conciliar el sueño si lo consiguen.

José Manuel, que además es vicepresidente de la Asociación Galega de Familias Numerosas (Agafan), asegura con indignación que no se ha tenido en cuenta el efecto de la nueva tarifa en viviendas de su situación, en las que no pueden apilar la ropa durante la semana: “Los niños juegan, se manchan y ensucian la ropa cada día. No todas las familias pueden esperar a la hora valle del fin de semana, y si lo hacen por la tarde la factura es astronómica. No nos queda otra que esperar a medianoche” . Con la subida de la luz, cocinar para seis entre semana es otro rompecabezas. La hora punta, que termina a las 14.00 h del mediodía, y que abarca la tarde entera hasta las 22.00 h de la noche, coincide de lleno con la del almuerzo y la cena.

Resulta que a la hora de adaptarse al nuevo horario, como propone la tarifa, la familia también se encuentra con callejones sin salida. “Hoy en día no quedan apenas cocinas de gas, y la opción más común son las vitrocerámicas eléctricas, por lo que si queremos preparar la comida para los niños debemos hacerlo en la hora más cara, cuando el precio se multiplica casi por dos, lo que supone un incremento inaplazable en los gastos de la factura del mes”. La única opción que les queda en estos casos es contrarrestar los gastos con estrategias para despistar las horas puntas. “Cuando somos pocos en casa lavamos los platos a mano, y así evitamos tener que encender el lavavajillas”, relata José Manuel.

Son muchas las familias que están sufriendo las mismas complicaciones que los Trigo, y algunas de ellas encuentran imposible adaptarse a la reforma, ya que establece un nuevo sistema que comprende tres periodos obligatorios e inconciliables con la vida laboral: la hora punta, hora llana y hora valle. Este último ciclo tiene las tarifas más baratas, y también ha resultado el de más controversia, ya que abarca, de lunes a viernes, desde las 00.00 hasta las 8.00 h, y las 24 h del fin de semana. Hasta que esta situación dure, los malabares que logren coordinar José Manuel y Clara serán pocos para una familia que trata de combatir un gasto disparado por el coste de continuar con su vida diaria.