“Decepción” en Amigos del Ferrocarril por el mal trato del Ayuntamiento a su sede
La polémica sobre el vagón verderón, sede de la Asociación Compostelana de Amigos del Ferrocarril, y su estado de conservación vivió ayer un nuevo episodio con un cruce de acusaciones entre el presidente de la agrupación, Carlos Abellán, y el alcalde de Santiago, Sánchez Bugallo.
Las declaraciones del regidor en días pasados, señalando que el mal estado en el que se encuentra el vagón estacionado en la explanada de Renfe, sobre todo ahora, cuando toda la zona está en plena transformación para convertirse en la intermodal de Santiago, hacían necesario tomar una decisión, y plantearse una posible retirada. “Non pinta nada ahí”, llegó a afirmar, para añadir que daba mala imagen en una estación en plena transformación.
En la rueda de prensa celebrada ayer, destacó a preguntas de la prensa que a lo que se refería era a que Adif, titular de la estación, debería plantearse su rehabilitación y cuál era la ubicación más adecuada, e incluso señaló que “quizás la asociación debería haberse ocupado algo más de su mantenimiento”.
Por su parte, Carlos Abellán afirmó a este periódico que la asociación se siente “decepcionada” por las declaraciones del alcalde sobre un elemento que recordó que forma parte del patrimonio de la ciudad, y que no solo se trata de unas unidades de alto valor histórico, sino que también su interior ha sido sede de importantes debates sobre el mundo del tren y los transportes.
Sobre el estado en el que se encuentran actualmente el vagón y la máquina, contrastó claramente el estado exterior con el interior, perfectamente conservado este último, y explicó que el actual aspecto externo es debido a que con motivo de la pandemia habían cesado todo tipo de actividades presenciales para garantizar la seguridad sanitaria, pero que la asociación había seguido trabajando durante este tiempo.
Por ello, señaló, lo que correspondería ahora sería programar la rehabilitación exterior de ambos elementos, y no plantearse poco menos que destinarlos a chatarra, como se desprendía de las declaraciones del alcalde, con quien afirmó que había tratado de ponerse en comunicación varias veces.