CAMINO. En sus diez primeros días de peregrinación limpió más de 500 litros de desperdicios // Viaja vestido como un peregrino medieval, solo compra comida en los mercados locales y pasa la noche en el bosque o en pequeñas capillas TEXTO A.B.

Desde Francia recogiendo la basura de la Ruta Jacobea

El Correo Gallego
Zsolt Vadász en una de sus sesiones de limpieza de la Ruta

En Santiago nos hemos acostumbrado a encontrar a gente muy extraña. Viajeros incansables, extranjeros del otro lado del mundo y pesonas con historias difícilmente creíbles incluso para quienes ya han escuchado de todo.

Zsolt Vadász es un viajero húngaro de esos que atrae atención a su paso. No solo por su curiosa estética, ni por su icónico Trabant que lo acompaña en sus aventuras, sino por el largo historial de viajes que tiene a sus espaldas y que no deja de crecer.

Hace algo más de 50 días este viajero convertido en peregrino dejó su vehículo en Francia para partir desde Saint Jean Pied de Port en dirección a Santiago, ataviado con un traje de peregrino medieval y con un largo sombrero. Más allá de seguir los pasos de los miles de caminantes que anualmente realizan la Ruta más transitada del Camino, Zsolt se propuso aportar su granito de arena a la conservación de un espacio por el que ya había pasado en otras ocasiones. “Este es mi 18º Camino, los he hecho todos y mi corazón me decía que hiciese algo por mantener la Ruta Francesa”, cuenta el peregrino.

Así, con el objetivo de devolverle a la Ruta todo lo vivido, Zsolt “paraba en un pueblo, compraba una bolsa de basura de 50 litros y me dedicaba a recoger la basura, nunca de las zonas residenciales o industriales, solo de la Ruta”. En el camino se encontró de todo, “sobre todo mucho plástico, botellas y latas”.

En los primeros diez días este caminante ecológico ya había recogido más de 500 litros de basura. Una actividad que compartió a través de sus redes sociales, donde muchos otros intrépidos viajeros lo siguen y que animó a que otros peregrinos se uniesen a la incitativa de dejar el Camino un poco más limpio.

Así, según explicó en una entrevista con un conocido medio de su Hungría natal, su objetivo en un principio era participar en actividades humanitarias en África, aunque el cierre de algunas fronteras y el conflicto armado de Mali lo obligaron a cambiar de planes.

Pero para marcar la diferencia no basta con recoger algunas latas de refresco del bosque. Zsolt sentía la necesidad de volver a sentirse un peregrino de verdad. Contaba con una larga experiencia en las diferentes rutas Jacobeas, y la actual situación sanitaria se le presentaba como una oportunidad única para vivir un camino verdaderamente espiritual. Como él mismo dice, “sentía en mi corazón que tenía que hacerlo”.

Para ello se negó a dormir en hoteles y a disfrutar de los múltiples restaurantes de la Ruta. Durante su peregrinación se propuso utilizar exclusivamente los mercados locales para comprar comida. Con la llegada de la noche huía de as ciudades para pernoctar en el bosque, cubierto únicamente por su saco de dormir, sin siquiera una tienda de campaña en la que refugiarse. Cuando la climatología no se lo permitía, las iglesias y pequeñas capillas que abundan por todo el Camino Francés le servían de cobijo.

“Vivo un camino plenamente nómada. Llevo años recorriendo este Camino místico y siento que es la hora de servir. Recojo basura tras los pasos de mis compañeros de peregrinación. Lo hago sin lujos, viviendo en la naturaleza y pasando la noche en ella”, explicaba en su cuenta de Facebook.

Ahora, tras llegar a Santiago hace apenas dos días, este nómada ya se encuentra en los alrededores de Ponferrada, preparado para iniciar el Camino de Invierno. Después volverá a Francia caminando para reencontrarse con su querido vehículo histórico que durante tantos kilómetros lo ha acompañado y que da nombre a su canal de Youtube, Trabant-expedíció.

Zsolt asegura haberse quedado impresionado por el ambiente que actualmente se vive en el Camino. Acostumbrado a los anteriores en los que había “mucha gente que llevaba música o hablaba muy alto”, en esta ocasión el caminante ha podido disfrutar de un recorrido en solitario, “muy espiritual y muy bueno para meditar”. Está claro que el ‘barullo’ que para algunos da vida a la Ruta, pude ser molesto para quienes simplemente prefieren caminar en silencio, durmiendo en el bosque y recogiendo kilos y kilos de basura a su paso.