Desesperación en el rural por la pésima conexión a internet en pleno siglo XXI

Más de cuarenta núcleos de diferentes parroquias de la zona norte no han sido incluidos en el despliegue de la fibra óptica // “Ni siquiera es posible abrir el WhatsApp”, se quejan los vecinos
Martin Fernández
Sin conexión. Natalia, estudiante de 2.º de Bachillerato, sin acceso a internet, en su casa, en la parroquia de Grixoa

En plena pandemia, en un contexto en el que el teletrabajo y las clases online forman parte del escenario cotidiano por la crisis sanitaria, desde la Federación (Ferusa) se quejan de las dificultades para acceder a internet en muchos puntos del rural compostelano, especialmente en la zona norte. En este sentido, inciden en que durante el despliegue de la fibra óptica en las distintas parroquias han sido muchos los núcleos que se han quedado sin instalación. “Hasta 43 aldeas no cuentan con la instalación necesaria para poder disponer de una conexión de garantías para poder realizar una serie de cuestiones que se han vuelto fundamentales por la pandemia”, señala la presidenta, Cruz Vázquez, quien añade, además, que ya han mantenido varias reuniones con el Concello de Santiago para buscarle una solución a un tema que preocupa y mucho a los vecinos del rural de la capital gallega.

“En Grixoa, por ejemplo, la desesperación es total. La conexión es pésima e imposibilita completar cualquier tipo de gestión básica a través de la Red”, comentan desde Ferusa. Indican, asimismo, que también se han reunido con los responsables de la compañía telefónica que da servicio a la zona para resolver la situación. En los últimos meses, especialmente desde el confinamiento que se decretó el pasado mes de marzo, son muchos los residentes en el rural que describen las dificultades para poder acceder a internet. Un ejemplo de ello es Virginia, profesora de profesión. Vive con sus dos hijos, Iván y Natalia, en una casa de Grixoa. “Ya desde el estado de alarma trabajábamos y estudiábamos los tres online. Pero los problemas que tenemos para acceder a internet nos dificultan muchísimo las tareas”, explica Virginia, quien imparte clases en un instituto de Santiago.

Mientras, Iván, que cursa 2.º de Ingeniería Informática en la USC, afirma que esta situación le obliga a pasar menos tiempo en casa del que le gustaría. “La velocidad máxima que alcanzamos en nuestra vivienda es 1mb/s, y con suerte. No vivo solo, por lo que esa velocidad la tengo que compartir con más personas, imposibilitando a cualquier usuario la conexión a la Red”, relata antes de reivindicar su derecho a tener internet en unas condiciones que al menos le permitan desarrollar su trabajo académico.

En este sentido, destaca que la “pésima cobertura” de la que disponen le ha jugado más de una mala pasada. “Una vez no pudo entregar un trabajo dentro de plazo por no tener línea”, interviene Virgina. Por su parte, Fernando Ramos, que reside también en la parroquia de Grixoa, subraya que todos los días a partir de las diez de la noche ya no puede acceder a internet pues la línea presenta muchas complicaciones en esa hora punta. “No se puede reproducir un vídeo y a veces ni siquiera es posible abrir el WhatsApp. Desde el confinamiento, internet es una herramienta vital para estudiantes, autónomos, empresas, pero aquí, en pleno siglo XXI no disponemos de ella”, subraya.