salud de hierro. Nacida el 1 de enero de 1922, pertenece a una familia muy conocida en Santiago y Teo // Fue la menor de trece hermanos, a cuatro de los cuales no llegó a conocer porque emigraron a Cuba y nunca regresaron // Su madre superaba el medio siglo de vida cuando dio a luz a la pequeña de la familia TEXTO D. Casal

Doña Balbina cumple cien años

Darío Casal
Balbina Blanco, en el centro, en una histórica foto familiar rodeada por sus padres , varios de sus trece hermanos y algunos parientes Foto: ECG

Numerosas personas logran rebasar en la actualidad el siglo de vida gracias a los avances de la ciencia, pero el caso de Balbina Blanco Gacio es sin duda singular. ¿Por qué? Entre otras razones, porque su nacimiento supuso casi un milagro de la naturaleza, y más si echamos la vista atrás hasta principios de la pasada centuria. Cabe destacar, al respecto, que su madre la trajo al mundo cuando contaba ya 52 años, algo muy inusual incluso en los tiempos actuales a pesar del espectacular desarrollo de las técnicas de reproducción asistida o de ayuda a la fecundación. Manuela Gacio Tarrío había tenido ya otros doce hijos, el mayor de los cuales era ya treintañero cuando Balbina dio su primera bocanada de aire, el día 1 de enero de 1922, mientras que el más pequeño hasta la fecha había cumplido ya su primera década de vida.

La gran diferencia de edad con sus hermanos marcó para siempre la vida de Balbina, que hoy es una superabuela alegre y vital que todavía da sus paseítos y se interesa por todo lo que pasa a su alrededor. De hecho, a cuatro miembros de la abultada prole no llegó siquiera a conocerlos, porque emigraron a Cuba cuando eran jóvenes y ya nunca regresaron. Pese a todo, el contacto con ellos siempre fue estrecho a través de cartas y paquetes que con frecuencia contenían muñecas y otros regalos.

A lo largo de su dilatada vida, la centenaria hizo un poco de todo. Durante varios años cocinó miles de tortillas de patata y platos de callos en la casa de comidas que sus padres regentaban en Teo, un establecimiento en el que también se vendían productos de todo tipo e incluso se sellaban las cartillas de racionamiento durante los años posteriores a la Guerra Civil. Por allí pasaban a diario numerosas personas, porque igualmente albergaba las sedes de Correos, Teléfono y Tabacalera. Balbina también ejerció durante una pequeña temporada como maestra en Cacheiras -su caligrafía era excelente- con el fin de sustituir a una profesora que estaba de baja, y luego se dedicó a criar a sus cuatro hijos, entre ellos la conocida empresaria, enfermera y profesora de prótesis dental Carmen Eixo, que regentó durante muchos años el legendario club de jazz compostelano Dadó Dadá junto a su marido, Carlos Asorey, fallecido en 2007.

Balbina fue también un apoyo imprescindible para su esposo, Pablo Eijo Pascual, un emprendedor infatigable que dedicó muchos años de su vida a dirigir obras de todo tipo. Entre las construcciones que dirigió destacan el inmueble central de Abanca en Santiago (antes Caja de Ahorros de Galicia), radicado en el cruce entre Doctor Teixeiro y Montero Ríos, los edificios Zafiro y Viacambre, en el Ensanche, el Aeroclub (Lavacolla) o la iglesia del Castiñeiriño. Pablo Eijo también tuvo una vida larga y plena. Falleció en 2014 a los 92 años.

La protagonista de esta historia, a pesar de su edad, conserva una memoria prodigiosa y no olvida numerosos acontecimientos que vivió cuando era niña, entre ellos cuando vio tirados en una cuneta de Cacheiras, muy cerca de la casa de sus padres, los cadáveres cubiertos de sangre de Ánxel Casal y de José Devesa Areosa. El que fue alcalde republicano de Santiago y el joven trabajador de la Armería Areosa fueron asesinados el 19 de agosto de 1936, un mes después del golpe de estado franquista y el estallido de la Guerra Civil.

Balbina ha tenido varios achaques de salud en los últimos años, algunos de ellos muy graves, pero logró salir airosa de todos los trances. Cuando tenía 87 años pasó varios meses con terribles dolores articulares y finalmente, gracias a su empeño, fue intervenida quirúrgicamente pese a los especialistas temían que se quedase en el quirófano. La operación fue finalmente un éxito y disfrutó de varios años tranquilos hasta que, ya con 96 años, tuvo otro grave achaque que por poco acaba con su vida. Pero, tras pasar una larga temporada intubada, se recuperó y ahí sigue. Lo dicho: felicidades... y que cumpla muchos más.