CRÓNICA NEGRA DE SANTIAGO { X } La tiranía de los pensamientos, de las falsas ideas y expectativas le dieron la vuelta a los celos y al despecho, de tal forma que una mujer disparó tres balas al cuerpo de su pareja, un conocido médico y exalcalde de Negreira en septiembre del año 1994

Dos balas de corto calibre y los celos acaban con un médico en Negreira

Susana Martínez
Elena Fariña Caamaño, oculta bajo una prenda y en compañía de su abogada y una familiar, se dirige a un coche durante el proceso . Foto: ECG

Los celos son uno de los más comunes detonantes del crimen en la historia de la humanidad. La inseguridad, el sentimiento de propiedad equívoco, la obsesión maligna sobre la otra parte, no soportar una infidelidad, constituyen un buen caldo de cultivo para que el drama se desencadene. No hay más que recordar a Otero, tan magistralmente descrito por Shakespeare, para entender las tragedias que tienen como punto de partida este drama.

El 29 de septiembre de 1974 ocurrió un suceso en Negreira que fue muy comentado en Santiago, ocupó los titulares de prensa y abrió los informativos de radio y televisión en toda Galicia y fuera de nuestras lindes: el asesinato de José Domingo Vidal Martínez, que ejercía la medicina en el cercano ayuntamiento negreirés. La autora resultó ser una mujer, con la que mantenía una relación extramatrimonial, atacada por los celos y, quizá, por las promesas incumplidas del fallecido. Era una relación basada en el engaño que podría terminar bien si la separación se produjese por las buenas, pero que desencadenó un asesinato por despecho.

En cierto modo, era una noticia casi anunciada. Las habladurías de los vecinos eran del dominio público y coincidían en apuntar que el exalcalde de ese municipio, y médico, mantenía una relación desde hacía varios años con una mujer que no era su esposa. Pero no sería esa la única pareja que se le conocería a la víctima, según se supo después de que falleciera en tan trágicas circunstancias.

Los testigos. El día de autos, él se encontraba en su casa, según testificó su asistenta. En sus declaraciones sobre el fatal suceso afirmó que se produjo poco después de las cinco de la tarde. Ella había abandonado el domicilio para adquirir carne en un establecimiento cercano, y la alertó el sonido de algún disparo. Especificó que al salir de la vivienda, en ella había una mujer “la señora Julia, amiga del doctor”, que se encontraba en el segundo piso.

Alrededor de tres cuartos de hora después, con la asistenta todavían fuera del edificio, dos personas que acudían a la consulta le encontraron tumbado en el sofá, herido en dos zonas, el cuello y el tórax, tras haber recibido sendos disparos, y con todas las puertas de la planta abiertas.

Las sospechas de algunos vecinos, que esperaban una tragedia dada la irregular vida de la víctima, dieron pistas a los investigadores. Uno de ellos, según los medios de la época, declaró en las inmediaciones de la casa tras conocer lo ocurrido que “quen fixo os disparos, tivo que ser alguén coñecido para que o doutor estivese con él no salón da súa casa e non na consulta”..

Los rumores, como siempre, se sucedían y en todas partes existía coincidencia en que el móvil del crimen apuntaba en la misma dirección: los celos. Ese fue el diagnóstico de otra mujer de la localidad, que acertó de pleno. Su afinado olfato para enterarse “bajo cuerda” de los antecedentes del caso desveló poco a poco conversaciones, gestos y conductas que apuntaban en la misma dirección: la de una mujer con la que el alcalde mantenía una relación desde hacía once años y que parecía a punto de punto de cancelarse. Y aquí surgió el nombre de la presunta autora, Elena Fariña Caamaño.

Varios vecinos que se encontraban en la zona, además de la asistenta , escucharon los disparos pero no lo asociaron a un arma de fuego sino a cualquier ruido urbano y eso contribuyó a que la tragedia se consumara. El tiempo perdido pudo haber salvado la vida del doctor, pero las heridas eran graves y tres cuartos de hora sin asistencia médica impidieron que los servicios de urgencia realizaran su trabajo con eficacia. Aunque fue ingresado en quirófano lo antes posible y se hizo todo lo que estaba al alcance de los facultativos para reanimarle, lo cierto es que permaneció en estado crítico hasta el fatal desenlace ocurrido algunas semanas después. Dos balas de calibre corto fueron localizadas en el cuerpo del Dr. Vidal ; el tercer proyectil apareció en la librería de su salón. Mientras los vecinos, atónitos, no daban crédito a lo ocurrido y se arremolinaban alrededor de la puerta del edificio, Julia, amiga del facultativo, se encontraba en el segundo piso del edificio aparentemente ajena a lo ocurrido.

La investigación. Todo pareció hacerse más transparente y seguro cuando los mandos de la Guardia Civil de Padrón y Santiago se hicieron cargo de la investigación y los indicios se convirtieron en pistas, y las pistas en pruebas de un intento de asesinato. Un mes tardó en fallecer el agredido, quien, pese a los esfuerzos de sus compañeros por salvarlo, falleció como consecuencia de impactos de dos balas que afectaron a zonas vitales de su cuerpo. El doctor fue atendido en urgencias en el Hospital Xeral de Galicia. Todo sucedió muy rápido, pero el tiempo y las heridas fueron mortales.

Según el primer parte médico, el herido presentaba un doble orificio de bala de calibre corto, del 6,35, que le afectó a la zona de la columna vertebral y que, de salvarse, le habría producido una tetraplejia que lo acompañaría el resto de su vida. Unmes después del hecho, fallecía.

El mismo día del suceso, y con la investigación encaminada, todo apuntó a que la amante del agredido, había sido la agresora. A última hora de ese 29 de septiembre los investigadores de la Guardia Civil después de realizar una minuciosa inspección de la escena y recoger pruebas, restos y huellas, llegaron a una conclusión clara: Elena Fariña, la amante del doctor desde hacía más de una década, era la autora del suceso. Más tarde, se confirmaron las sospechas. Tras su detención, la detenida declaró que en un arrebato de celos habría forcejeado con el hombre y (con intención o no, eso no estaba claro por el momento) le habría disparado hasta tres veces. Ese mismo día, la mujer fue arrestada en su domicilio de Compostela, bajo la curiosidad atenta y casi insólita de sus vecinos que no se esperaban una cosa semejante.

Obsesión y celos. En la reconstrucción de los hechos se llegó a la conclusión de que la mujer habría concertado una cita con el médico al ver peligrar su relación. Tras haber enviudado de su primera mujer, seis meses antes, la agresora confiaba en promesas de matrimonio del doctor, que este no estaba dispuesto a cumplir. Es más, se había distanciado de su amante y en esta circunstancia había tenido mucho que ver la segunda mujer en este relato, Julia, rival de la “fija” Elena.

Presa de los celos y carcomida por el rencor tras el rechazo de su hasta entonces pareja extra matrimonial, utilizó el arma que portaba con la intención de “asustarle” (según argumentó en su defensa) y tras un forcejeo, se disparó. De acuerdo con los testimonios publicados entonces, los disparos se realizaron desde muy cerca pues tenía restos de pólvora en el cuello. Además, al apretar el gatillo, la agresora se causó una serie de lesiones en la mano contraria, perdiendo una de las uñas. Esta circunstancia fue la que permitió a la Guardia Civil identificarla. Ese mismo día fue arrestada y trasladada al juzgado de instrucción de Santiago, en donde tras 45 minutos de declaraciones, en la que confesó lo ocurrido, el juez decretó su prisión provisional.

Durante el juicio, la defensa de la compostelana pidió la libre absolución, mientras que la fiscalía solicitó 28 años de prisión mayor por el asesinato al apreciar alevosía, y otros dos años por tenencia ilícita de armas.

La Sala declaró probada la enajenación mental transitoria aunque también que el ataque se realizó sin que el doctor se pudiese defender. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de A Coruña condenó a Elena Fariña a diecinueve años de años de reclusión menor, además de una indemnización de catorce millones de pesetas al hijo de la víctima.

Era el punto y final a un hecho que conmocionó a la sociedad en la comarca compostelana. La doble vida del médico y exalcalde, su relación con más de una mujer por una enfermedad degenarativa de su esposa, y las circunstancias del caso, fueron la comidilla durante mucho tiempo.